Desde
que se inició la cuarentena en cada país del mundo, el medio ambiente ha sido
el más beneficiado.
Muchas especies de animales salvajes han aparecido en zonas donde antes sólo se
veía a humanos, los árboles y diferentes tipos de plantas han crecido de manera
acelerada entre el asfalto de las grandes ciudades. Los que han podido
inmortalizar estos eventos por medio de fotografías y vídeos se han quedado más
que asombrados al contemplar la belleza de la naturaleza y el fluir de la vida
cuando los humanos viven aislados del mundo.
Lo común ahora, ya que la mayoría permanece en sus
hogares, es tirar la basura al tacho y esperar que el camión recolector pase a
recogerlo. Sin embargo, hay mucha gente que sale a las calles echa los
desperdicios donde les plazca. Las mascarillas y los guantes, útiles para nuestra
protección contra el Coronavirus, por lo general son descartables y varios
ciudadanos los han dejado por doquier. Estos desperdicios suponen un
riesgo muy alto en el contagio de la enfermedad, pero aparte de eso pueden
destruir el medio ambiente en el curso de los ríos y las orillas de los mares,
en donde tardarían en degradarse cientos de años.
Toda contaminación que se inicie en la urbe se va
acumulando hasta llegar a las zonas aledañas, muchas de ellas áreas verdes,
zonas marítimas en las ciudades costeras y riberas en casi todos los demás sitios
poblados.
Por desgracia resulta ser un peligro real, pues este
periodo de cuarentena (que varía de un mes a dos meses) ha sido suficiente para
que las mascarillas se vean dañando el aspecto de nuestros océanos.
Ya los expertos que conocen la composición de
este tipo de materiales han advertido que no son degradables y, en
consecuencia, su nivel de contaminación es alto. Es por eso que es de
suma importancia echarlos en los múltiples contendedores de basura o de residuos
sólidos que hay dispuestos en las calles.
Al menos dejemos que el planeta siga respirando por
un poco más de tiempo. Se lo merece, después de tanto estar sufriendo la inconciencia
del hombre. Los animales y las plantas deben seguir viviendo libres sin
temor a perder su hábitat natural. Nos encontramos en un periodo no solo de
padecimiento ante una pandemia, también estamos en tiempos de reflexión, de
aprender a valorar y proteger nuestra Tierra que tanto nos ha dado desde que el
primer ser humano apareció en ella.
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