La
cascada de Chapawanki es una caída de agua de aproximadamente 6 metros de
altura y forma una poza con un máximo de 2 metros de hondura. Para ser más exacto, dicho
curso vertical de agua comprende dos caídas paralelas un
tanto inclinadas hacia atrás y separadas como algo de un metro. El
líquido elemento desciende elegantemente de una quebrada del cerro y es
transparente, y los rayos del sol —cuando llegan a penetrar a través de
las ramas y hojas de los árboles— refulgen las gotas que rebotan de
la roca musgosa, semi-lisa y resbalosa. Sobre la piedra parda
verdina, que es como una especie de muro, crecen plantas reptadoras y
parásitas con tallos enroscados y de hojas menudas. El agua
del pequeño estanque o piscina natural mantiene un tono verdoso medio oscuro,
con una temperatura propicia para darse un sano y refrescante baño, que el
visitante, turista, viajero o aventurero de cualquier parte o rincón del mundo
(ya sea cálido, húmedo, seco o frío) se sentirá obligado a agradecer a las
maravillas de esta zona amazónica del Perú, un país abierto para
la práctica a full del ecoturismo.
La
corriente de agua procedente de arriba de la cascada de Chapawanki,
sale por un canalillo construido por medio de una vereda angosta de
piedras afirmadas con cemento; y más abajo sigue por un cauce natural a un
ritmo suave, atravesando guijarros, arena compactada y un poco de flora
acuática. En el fondo, a veces se ven renacuajos y alevinos; y en
la superficie, uno que otro grupo de insectos, como mosquitos,
grillos o mariposillas. Y, a escasa distancia de la cascada, y
que sólo encontré con la vista al arribar a esta formación natural, erigieron
un tambo con columnas de palo, techo triangular de hojas secas de
cocotero, y piso aplanado. Como dije en el anterior
post, ninguna persona se hallaba en las proximidades. Fotografié y filmé el
ambiente a mis anchas, y descansé un rato en el suelo cerca a la poza.
Luego
de darme un respiro, beber y comer un poco, subí por una empinada
cuesta a la derecha del estanque, la cual se dirigía a la cima rocosa de
Chapawanki y, más arriba, a la cumbre del cerro si tienes el físico o la
habilidad suficiente para rampar por la inclinada área y colgarte de las ramas
y raíces. A un comienzo el ascenso es sencillo, e incluso hay unas
gradas que los mismos lugareños hicieron, pero si no te rindes y tienes el
valor de arriesgarte a revolcar desde la punta, llegarás a un hábitat colmado
de árboles seculares y plantas diversas. Solamente fotografié
y filmé desde las partes donde podía estar de pie sin necesidad de
sujetarme de algo. Había miles de enredaderas y lianas,
además de mosquitos y otros bichos diminutos. Alcancé a ver
y grabar unas cuantas caídas más de agua, que también bajaban por medio de
rocas mohosas, pero de menores dimensiones que más bien
parecen chorros. Cuando daba mis últimos pasos antes de
regresar, el suelo del bosque se fue atiborrando de hojarasca y
cierto número de minúsculos coleópteros. Filmé mi entorno unos
minutos, y finalmente, este aventurero descendió para darse una
zambullida en la poza de Chapawanki y engullir su almuerzo.
De
vuelta al pueblo andino-amazónico de Lamas, no casi usé la cámara y me
había cansado más que a la ida, ya que la temperatura subió, y contaba con poca
bebida, aparte que agarré un atajo para llegar a la plaza de Armas por el que
se tenía que ascender un levantado camino. Compré una bebida rehidratante y,
mientras la tomaba por sorbos, ingresé a un museo artesanal de la zona
urbana. Allí, la señora a cargo me dijo que aún podría ir al barrio
Wayku o Huayco para disfrutar de sus últimas fechas de celebración de la
bulliciosa Fiesta Patronal de Santa Rosa. Y así, fue a las 4:50
p.m. cuando, a bordo de un mototaxi, llegué a la folclórica plaza del barrio
Huayco… El concepto de diversión de los lamistos nativos nunca
dejará de sorprenderme.
El
barrio Wayku de Lamas seguía siendo casi el mismo de siempre, sólo que en
esa tarde, como durante los últimos días de Agosto de todos los años, sus
calles y plaza se atestaban de gente y tiendas al paso, dado que —como ya referí
algo— del 23 al 31 del octavo mes se festeja la Fiesta de Santa Rosa. En esta gran celebración hay
una buena afluencia de turistas regionales, nacionales y extranjeros,
que son atraídos por la pícara y contagiosa música de la selva del
Perú, sus comidas y tragos típicos, y, en general, por las costumbres
ancestrales que los quechua-lamistos mantienen intactas a pesar de los siglos
que transcurrieron desde la época del incanato... Lamentablemente no pude
quedarme más tiempo para que me entretenga con esas cordiales y alegres
personas, gustosas de recibir con los brazos abiertos a cuanto visitante llegue
a su cálida tierra. Todo el que esté leyendo este post no deje pasar la
oportunidad de ir a cualquiera de las próximas fiestas patronales que se
desarrollan en este pueblo amazónico; es decisión tuya si ya puedes empezar
a programar tu viaje y contar a tus amigos o familiares
que en la selva sanmartinense existen excelentes opciones que
involucran el turismo vivencial.
No
les diré qué comí antes de regresar a casa, porque anhelo que ustedes mismos se
vayan a la “Ciudad de los Tres Pisos” y prueben los
exquisitos platos y bebidas oriundos de la zona. También quiero que
observen “en vivo” la colorida vestimenta de los indios lamistos y
escuchen el tocar de sus instrumentos a un ritmo pegajoso… Todo lo escrito
en estas líneas, a modo de resumen, podrán visualizarlo en
el vídeo del final que yo mismo edité. Incluso —y lo apunté al iniciar
la pasada
entrada— al acabar cada parte del relato, pueden descargar
imágenes en alta resolución desde Mega…
Y
finalmente, ese caluroso sábado, a las 6:05 p.m. hora de mi celular,
retorné de la milenaria Lamas. A las 6:30 p.m., empujaba la puerta
de mi hogar y descolgué la mochila en el sofá. Sentí húmeda la pantorrilla.
Volteé, y era mi perro con la lengua afuera, contento de verme otra vez.
FIN
Descarguen fotografías
en alta resolución haciendo clic AQUÍ.
0 huellas:
Publicar un comentario
Deja tu huella y sabré que alguien pasó por aquí...
No se publicarán comentarios fuera de la temática del blog, ni mensajes que sólo tengan como interés hacer publicidad, o que contengan agresiones o insultos de cualquier tipo.
Además, no es necesario que escribas el mismo comentario; éste será aceptado o rechazado una vez sea revisado: