Me Escapé de Casa: De Tarapoto a Pucallpa |
Después
de cinco años y seis días de mi llegada a Pucallpa, ciudad de la que postearé en
breve, me daré la paciencia de narrar lo que realmente sucedió a lujo de
detalles, sin ocultar la verdad ni tergiversar los hechos. Aún no sé cuánto
contaré. Sólo escribiré, hasta el punto que crea conveniente. Aquí es donde el
blog, el nombre del blog, Me Escapé de Casa, se hace meritorio, y con mucha
razón, más que obvia…
Lo
irán entendiendo acorde lo lean. Si desean ir de frente al grano, o quizá no
aburrirse, salten hasta en sexto párrafo de esta entrada.
No
obstante, antes de empezar, hay pequeñas cosas que debo dejar en claro: En el
párrafo 2, casi al final, [ver la segunda imagen de este post, fragmento 1] de Caminataa Dos Cascadas del Río Shilcayo, Vestido de la Novia y Tamushal (CordilleraEscalera, Perú) - Parte III, dice “tras mes y medio de ausencia”. Esto lo
escribí antes de venir a Pucallpa, es decir, antes del 14 de Septiembre del
2012, y el post en cuestión recién fue publicado el 23 de Setiembre del mismo
año, cuando ya estuve radicando en la citada ciudad. Por lo tanto, aquellas
líneas han sido “plasmadas” entre el 20/06/2012 (fecha que publiqué la Parte II de la Caminata a las
Cascadas) hasta el 04/09/2012 (el día previo a “escaparme de casa”); posiblemente
durante la primera semana de Agosto, pensando que tal vez en poco tiempo acabaría
el post y lo publicaría de inmediato.
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Fragmento 1 |
En el párrafo 7,
también por finalizar, [ver la tercera imagen de este post,
fragmento 2] de Caminata a Dos Cascadas del Río Shilcayo, Vestido de laNovia y Tamushal (Cordillera Escalera, Perú) - Parte III, dice “…sus rayos
embestían la mayoría del ambiente. En dichas rústicas moradas…”. Lo escrito
antes del punto era cuando vivía en Tarapoto, mi tierra natal, y, del
punto para adelante, lo escribí en Pucallpa. Consiguientemente, el post
referido lo culminé durante la primera semana de mi estadía en esta ciudad. Las
tres partes consecutivas (IV, V y VI) de la Caminata a las Cascadas las posteé
en el transcurso de los dos años y cuatros meses siguientes.
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Fragmento 2 |
Lo
dicho en mitad del párrafo 7 de Caminata a Dos Cascadas del Río Shilcayo,Vestido de la Novia y Tamushal (Cordillera Escalera, Perú) - Parte V se
hará realidad. Las fotos y escenas fílmicas (de todo lo relacionado a Pucallpa)
que visualizarán a partir de ahora, fueron capturadas en distintas fechas. Y
por supuesto que especificaré de cuándo datan… Luego de esta historia sobre mi
arribo a Pucallpa, me ocuparé de las narraciones turísticas-biográficas que
suelen ser mi costumbre. Así que, sin más prólogos, doy por iniciada mi
narración, la menos imaginada por ustedes. Les advierto que al principio es muy
triste. Tuve que pensarlo mucho antes de hacerla pública, y sinceramente, no sé
si llegue a terminarla.
RELATO DE LOS ACONTECIMIENTOS
04 y 05 de Septiembre de 2012:
Había
llegado a mis límites. Y es que no podía continuar así. Todo se tenía que
acabar. Y yo que siempre criticaba a los débiles, menospreciaba a los cobardes
y hablaba mal de los mediocres. Estaba destrozado. Sin fuerzas y ganas de
seguir con mi vida. Quería que todo se terminara de una vez… Nunca olvidaré
aquel 04 de Septiembre del año 2012. Lo recuerdo a la perfección; hasta el
mínimo detalle. ¡Y ya! Lo escribo: lo recuerdo como si fuera ayer. Los momentos
dolorosos, digan lo que digan, son imposibles de borrar de la memoria. No
pensar en ello puede resultar un camino, pero sólo el tiempo lo dirá. Tu dolor
podrá aplacarse, pero jamás será suprimido por completo. Las secuelas son para
siempre. No son como las heridas físicas, esas sanan con cirugía. Las que
perduran son las heridas del alma. Y si aún no las has experimentado, temo
decirte que no has vivido. No conoces el verdadero significado de la vida, que —les aseguro— muchas veces
no es nada fácil de sobrellevar. Esta experiencia es una clara muestra.
Era
la una de la tarde de citado día. Había tomado una devastadora decisión, una
decisión, que sin saberlo, cambiaría el rumbo de mi vida. Sin embargo, en aquel
entonces, ignoraba por entero mi devenir, porque en mi cabeza solamente cabía
un pensamiento para ello: “No me quedan muchos días de vida. La única solución
a mis problemas era el suicidio”. Nunca antes creí sentirme tan abatido,
demolido, atrapado, sobrecogido, deprimido, y más que todo, fastidiado. ¡Harto
de mi maldita inconsciencia! Quería largarme. Escaparme. Irme lejos; a donde
nadie me encuentre. Desaparecería sin dejar rastro. Quería estar solo. Quería
consumirme solo. Quería morir solo… Una voz interior chillaba paranoica: “¡Escápate
de casa! ¡Ahora mismo! No compartas tu dolor con nadie. Sufre solo. Muere solo”.
Dije: "Adiós, Tarapoto" |
Era
profesor de computación. Dictaba clases en una pequeña academia de cuatro aulas
en el centro de Tarapoto. No era un empleo del cual sentirme orgulloso, pero la
escasez de trabajo resultaba ser una plaga social en aquella época, y
despreciar la oferta de ganarse aunque sea para los frejoles del diario y los
tragos de fin de semana, y de un jefe que anticipaba ser deshonesto, no sería
nada prudente de mi parte. ¿O sí…? Bueno, el sueldo era al menos compensatorio,
si vamos al hecho de que aún vivía en casa de mis padres y bastaba con ayudar
para cubrir los gastos de las necesidades básicas. Tal vez les suene
tremendamente raro, pero de mis padres nunca escuché la frase “Es más, ya no
deberías ni volver”, cada vez que les decía que me voy de la casa.
Dos
en punto de tarde: Dictaba clases de Photoshop a un grupo de alumnos de
distintas edades. Me puse mi mejor disfraz: Cara risueña. Durante esos dos
meses y dos días que me enfundé en el traje de maestro, no supe cuántas clases
dicté, pero sí que sabía que ésta sería la última, y el timbre de cambio de
horario de las 3:30 p.m. también era el último que escucharía en los ambientes
de esa barullenta academia, gobernada por un mediocre y falso director, intento
de aparentar intelecto y decencia, defectos que no tardé en notar en sólo la
primera semana de conocerlo. Carbajal su apellido. Su nombre, quizá por
“maloso”, me olvidé. Y si no recuerdo de él, mucho menos el de los demás
profesores, que si bien los veía casi todos los días, jamás pude, más adelante
ni quise, entablar amistad; ya que si me acercaba demasiado, la petulancia y la
hipocresía asfixiaban mi entorno. He aquí una de las tantas causas de acabar
hastiado de mi vida a mis veintitantos años: Odiaba mi trabajo. Pese a que siempre
me ha encantado enseñar, odiaba, precisamente, ese empleo. Mis alumnos ocupaban
un rol aparte. Con la mayoría congeniaba perfectamente, hasta el punto incluso
de considerar amigos a algunos de ellos.
Días
antes, una de mis alumnas me preguntó que cuando volveríamos a salir con sus
compañeros; y sin pensarlo bien, le respondí, premonitoriamente: “En esta vida
no, pero en otra sí puede ser”. ¿Ya ven? Involucrarme: otro de mis errores.
3:40
p.m.: Cogí mis cosas y me retiré de la academia. Hacía un sol soportable, al
menos para uno que es natural de climas tropicales. Me dirigí al boulevard,
solitario a esas horas, a cuatro cuadras de allí. Me senté en una pálida banca
de cemento bajo la sombra de unos árboles con ramas sobresalientes, ventilado
por las periódicas brisas procedentes de los cerros del otro distrito, pues
este boulevard se localiza en el límite de Tarapoto y la Banda de Shilcayo, el
distrito adyacente a mi ciudad natal, el que se encuentra a unos metros más
debajo sobre el nivel del mar; de modo que Tarapoto yace algo más elevado que
la Banda de Shilcayo, y a la que se puede acceder o seguir la ruta,
descendiendo, ya sea por calles o escalinatas. El boulevard, para ser exacto,
cuenta con unas escalinatas en una de sus esquinas, éstas, más antiguas que el
mismo.
Los
minutos pasaban. Pesaban. Cada uno era más aniquilador que el anterior. Fueron
casi tres horas que el boulevard fue testigo de un veinteañero devastado.
Muchas veces cambié de banco. Muchos pensamientos corrieron por mi cabeza.
Contesté dos o tres llamadas de personas a las que nunca volví a ver. La
decisión estaba tomada. Por primera vez, me iría de casa sin el más mínimo
deseo de volver algún día. Esta vez no regresaría. Esta vez partiría sin opción
al retorno. Partiría sin decir adiós. Al día siguiente, luego del desayuno,
abandonaría mi hogar. No supe qué destino elegir hasta que había pasado dos
horas de estar deambulando por el boulevard. Volví a sentarme. Ahora en una
banca a un lado de las escalinatas. No supe ni me fijé en qué momento bajé las
gradas, pero descubrí que ya no estaba andando de un lado para otro, sino que
reposaba con la espalda apoyada a una baranda alrededor de una banca en forma
de medialuna. Lo cierto es que acabé ahí sentado sin explicarme por qué y cómo.
Sucedió porque tuvo que suceder. Estaba predicho. Estaba escrito. Literalmente
estaba escrito. Era su letra. No había duda. La conocía a la perfección. Una
grafología inconfundible.
…
Lo
siento mucho, lectores. No puedo más.
He
decidido no seguir narrando estos acontecimientos y sólo publicarlo hasta la
parte en que me detuve: La que ven antes de los tres puntos (…).
Sin
embargo, en seguida, haré citas concisas de las fechas y hechos ocurridos a posteriori, para no dejar
completamente vacía la trama:
Miércoles, 05/09/2012:
- 9:34 a.m.: Abandoné mi hogar.
- 10:41 a.m.: Partió el vehículo
Jueves, 06/09/2012:
- Alrededor de las 6:00 a.m.: Llegué a
Tocache
6 días de prueba
Miércoles, 12/09/2012:
- 6:00 p.m.: Rumbo a Tingo María (tarde
2.5 horas aproximadamente)
Jueves, 13/09/2012:
- El día fue empeorando, superando a los
anteriores (el peor).
- En la noche conversé con mis padres,
después de 8 días. Entendieron, no me buscarían, pero tendríamos contacto más
seguido.
Viernes, 14/09/2012:
- 0:25 a.m.: Rumbo a Pucallpa. Me
depositaron S/. 600.00. Los retiré minutos más de las 9:00 a.m. En 4.5 horas
más o menos llegué a dicha ciudad.
- Busqué techo, comida y trabajo. En la
noche encontré techo.
Sábado, 15/09/2012:
- Entre las 8:00 a.m. y las 10:00 a.m.
encontré trabajo. Estuve allí hasta la hora de almuerzo.
- Entre 4:00 p.m. y 5:00 p.m. conversé
por teléfono con mi familia (con mi hermano, aún no).
- 11:00 p.m.: Me dormí.
Domingo, 16/09/2012:
- 6:00 a.m.: Salí hacia el Puerto del Río
Ucayali.
- 8:00 a.m.: Entré a trabajar.
- 1:00 p.m.: Visité Yarinacocha. Tardé
entre 15 y 20 minutos.
- Me dirigí a la laguna.
- En las orillas compré una cruz Inca
hecha de madreperla. Juan Bruno, natural de Piura, me la vendió.
- Me dirigí al Restaurante “El Paiche”.
- Entre las 4:00 y 4:30 p.m.: Comencé a
escribir en mi cuaderno (comprado el Viernes en el Puerto de Pucallpa).
- 4:33 p.m.: Por primera vez en mi vida,
vi delfines, y los seguí viendo, mientras escribía.
Lunes, 17/09/2012:
- Empecé a trabajar a tiempo completo.
- Comí por unos meses de la sazón de la
Sra. Delmith, ocupante, como yo, de la quinta de Doña Julia, ubicada en el Jr.
Bolívar Nº 476.
Del Martes, 18/09/2012 al Viernes,
21/09/2012:
- Ganaba entre 16 y 35 soles diarios.
- En la tarde, luego del almuerzo, me nació
un efímero deseo de regresar a Tingo María, ya que por allí el clima era más
fresco.
- Conversaba siempre con mis familiares y
amigos.
- Con mi hermano, chateaba.
Llegando a Pucallpa el 14 de Setiembre del 2012 |
Pues,
hasta esta parte con el relato y la crónica. En los posts siguientes, Pucallpa
será el tema principal. Abordaré todo sobre la Tierra Colorada. Y es un hecho
que todo lo narrado, será usando un lenguaje ameno y bajo una descripción
minuciosa.
Las
fotografías puede que no coincidan con la fecha de lo que voy relatando en el
momento, pero todas irán nombradas al pie. Además, más del 90% de estas imágenes,
son propias; las que no, irán rotuladas con su fuente.
Así
que, ¡DIVIÉRTANSE!
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