20 septiembre 2017

Publicado septiembre 20, 2017 por con 0 comentarios

El Día que Dije Adiós a mi Tierra

Me Escapé de Casa: De Tarapoto a Pucallpa
Después de cinco años y seis días de mi llegada a Pucallpa, ciudad de la que postearé en breve, me daré la paciencia de narrar lo que realmente sucedió a lujo de detalles, sin ocultar la verdad ni tergiversar los hechos. Aún no sé cuánto contaré. Sólo escribiré, hasta el punto que crea conveniente. Aquí es donde el blog, el nombre del blog, Me Escapé de Casa, se hace meritorio, y con mucha razón, más que obvia…

Lo irán entendiendo acorde lo lean. Si desean ir de frente al grano, o quizá no aburrirse, salten hasta en sexto párrafo de esta entrada.

No obstante, antes de empezar, hay pequeñas cosas que debo dejar en claro: En el párrafo 2, casi al final, [ver la segunda imagen de este post, fragmento 1] de Caminataa Dos Cascadas del Río Shilcayo, Vestido de la Novia y Tamushal (CordilleraEscalera, Perú) - Parte III, dice “tras mes y medio de ausencia”. Esto lo escribí antes de venir a Pucallpa, es decir, antes del 14 de Septiembre del 2012, y el post en cuestión recién fue publicado el 23 de Setiembre del mismo año, cuando ya estuve radicando en la citada ciudad. Por lo tanto, aquellas líneas han sido “plasmadas” entre el 20/06/2012 (fecha que publiqué la Parte II de la Caminata a las Cascadas) hasta el 04/09/2012 (el día previo a “escaparme de casa”); posiblemente durante la primera semana de Agosto, pensando que tal vez en poco tiempo acabaría el post y lo publicaría de inmediato.
Fragmento 1
En el párrafo 7, también por finalizar, [ver la tercera imagen de este post, fragmento 2] de Caminata a Dos Cascadas del Río Shilcayo, Vestido de laNovia y Tamushal (Cordillera Escalera, Perú) - Parte III, dice “…sus rayos embestían la mayoría del ambiente. En dichas rústicas moradas…”. Lo escrito antes del punto era cuando vivía en Tarapoto, mi tierra natal, y, del punto para adelante, lo escribí en Pucallpa. Consiguientemente, el post referido lo culminé durante la primera semana de mi estadía en esta ciudad. Las tres partes consecutivas (IV, V y VI) de la Caminata a las Cascadas las posteé en el transcurso de los dos años y cuatros meses siguientes.
Fragmento 2
Lo dicho en mitad del párrafo 7 de Caminata a Dos Cascadas del Río Shilcayo,Vestido de la Novia y Tamushal (Cordillera Escalera, Perú) - Parte V se hará realidad. Las fotos y escenas fílmicas (de todo lo relacionado a Pucallpa) que visualizarán a partir de ahora, fueron capturadas en distintas fechas. Y por supuesto que especificaré de cuándo datan… Luego de esta historia sobre mi arribo a Pucallpa, me ocuparé de las narraciones turísticas-biográficas que suelen ser mi costumbre. Así que, sin más prólogos, doy por iniciada mi narración, la menos imaginada por ustedes. Les advierto que al principio es muy triste. Tuve que pensarlo mucho antes de hacerla pública, y sinceramente, no sé si llegue a terminarla.


RELATO DE LOS ACONTECIMIENTOS

04 y 05 de Septiembre de 2012:
Había llegado a mis límites. Y es que no podía continuar así. Todo se tenía que acabar. Y yo que siempre criticaba a los débiles, menospreciaba a los cobardes y hablaba mal de los mediocres. Estaba destrozado. Sin fuerzas y ganas de seguir con mi vida. Quería que todo se terminara de una vez… Nunca olvidaré aquel 04 de Septiembre del año 2012. Lo recuerdo a la perfección; hasta el mínimo detalle. ¡Y ya! Lo escribo: lo recuerdo como si fuera ayer. Los momentos dolorosos, digan lo que digan, son imposibles de borrar de la memoria. No pensar en ello puede resultar un camino, pero sólo el tiempo lo dirá. Tu dolor podrá aplacarse, pero jamás será suprimido por completo. Las secuelas son para siempre. No son como las heridas físicas, esas sanan con cirugía. Las que perduran son las heridas del alma. Y si aún no las has experimentado, temo decirte que no has vivido. No conoces el verdadero significado de la vida, que les aseguro muchas veces no es nada fácil de sobrellevar. Esta experiencia es una clara muestra.

Era la una de la tarde de citado día. Había tomado una devastadora decisión, una decisión, que sin saberlo, cambiaría el rumbo de mi vida. Sin embargo, en aquel entonces, ignoraba por entero mi devenir, porque en mi cabeza solamente cabía un pensamiento para ello: “No me quedan muchos días de vida. La única solución a mis problemas era el suicidio”. Nunca antes creí sentirme tan abatido, demolido, atrapado, sobrecogido, deprimido, y más que todo, fastidiado. ¡Harto de mi maldita inconsciencia! Quería largarme. Escaparme. Irme lejos; a donde nadie me encuentre. Desaparecería sin dejar rastro. Quería estar solo. Quería consumirme solo. Quería morir solo… Una voz interior chillaba paranoica: “¡Escápate de casa! ¡Ahora mismo! No compartas tu dolor con nadie. Sufre solo. Muere solo”.
Dije: "Adiós, Tarapoto"
Era profesor de computación. Dictaba clases en una pequeña academia de cuatro aulas en el centro de Tarapoto. No era un empleo del cual sentirme orgulloso, pero la escasez de trabajo resultaba ser una plaga social en aquella época, y despreciar la oferta de ganarse aunque sea para los frejoles del diario y los tragos de fin de semana, y de un jefe que anticipaba ser deshonesto, no sería nada prudente de mi parte. ¿O sí…? Bueno, el sueldo era al menos compensatorio, si vamos al hecho de que aún vivía en casa de mis padres y bastaba con ayudar para cubrir los gastos de las necesidades básicas. Tal vez les suene tremendamente raro, pero de mis padres nunca escuché la frase “Es más, ya no deberías ni volver”, cada vez que les decía que me voy de la casa.

Dos en punto de tarde: Dictaba clases de Photoshop a un grupo de alumnos de distintas edades. Me puse mi mejor disfraz: Cara risueña. Durante esos dos meses y dos días que me enfundé en el traje de maestro, no supe cuántas clases dicté, pero sí que sabía que ésta sería la última, y el timbre de cambio de horario de las 3:30 p.m. también era el último que escucharía en los ambientes de esa barullenta academia, gobernada por un mediocre y falso director, intento de aparentar intelecto y decencia, defectos que no tardé en notar en sólo la primera semana de conocerlo. Carbajal su apellido. Su nombre, quizá por “maloso”, me olvidé. Y si no recuerdo de él, mucho menos el de los demás profesores, que si bien los veía casi todos los días, jamás pude, más adelante ni quise, entablar amistad; ya que si me acercaba demasiado, la petulancia y la hipocresía asfixiaban mi entorno. He aquí una de las tantas causas de acabar hastiado de mi vida a mis veintitantos años: Odiaba mi trabajo. Pese a que siempre me ha encantado enseñar, odiaba, precisamente, ese empleo. Mis alumnos ocupaban un rol aparte. Con la mayoría congeniaba perfectamente, hasta el punto incluso de considerar amigos a algunos de ellos.

Días antes, una de mis alumnas me preguntó que cuando volveríamos a salir con sus compañeros; y sin pensarlo bien, le respondí, premonitoriamente: “En esta vida no, pero en otra sí puede ser”. ¿Ya ven? Involucrarme: otro de mis errores.

3:40 p.m.: Cogí mis cosas y me retiré de la academia. Hacía un sol soportable, al menos para uno que es natural de climas tropicales. Me dirigí al boulevard, solitario a esas horas, a cuatro cuadras de allí. Me senté en una pálida banca de cemento bajo la sombra de unos árboles con ramas sobresalientes, ventilado por las periódicas brisas procedentes de los cerros del otro distrito, pues este boulevard se localiza en el límite de Tarapoto y la Banda de Shilcayo, el distrito adyacente a mi ciudad natal, el que se encuentra a unos metros más debajo sobre el nivel del mar; de modo que Tarapoto yace algo más elevado que la Banda de Shilcayo, y a la que se puede acceder o seguir la ruta, descendiendo, ya sea por calles o escalinatas. El boulevard, para ser exacto, cuenta con unas escalinatas en una de sus esquinas, éstas, más antiguas que el mismo.

Los minutos pasaban. Pesaban. Cada uno era más aniquilador que el anterior. Fueron casi tres horas que el boulevard fue testigo de un veinteañero devastado. Muchas veces cambié de banco. Muchos pensamientos corrieron por mi cabeza. Contesté dos o tres llamadas de personas a las que nunca volví a ver. La decisión estaba tomada. Por primera vez, me iría de casa sin el más mínimo deseo de volver algún día. Esta vez no regresaría. Esta vez partiría sin opción al retorno. Partiría sin decir adiós. Al día siguiente, luego del desayuno, abandonaría mi hogar. No supe qué destino elegir hasta que había pasado dos horas de estar deambulando por el boulevard. Volví a sentarme. Ahora en una banca a un lado de las escalinatas. No supe ni me fijé en qué momento bajé las gradas, pero descubrí que ya no estaba andando de un lado para otro, sino que reposaba con la espalda apoyada a una baranda alrededor de una banca en forma de medialuna. Lo cierto es que acabé ahí sentado sin explicarme por qué y cómo. Sucedió porque tuvo que suceder. Estaba predicho. Estaba escrito. Literalmente estaba escrito. Era su letra. No había duda. La conocía a la perfección. Una grafología inconfundible.
Lo siento mucho, lectores. No puedo más.
He decidido no seguir narrando estos acontecimientos y sólo publicarlo hasta la parte en que me detuve: La que ven antes de los tres puntos (…).

Sin embargo, en seguida, haré citas concisas de las fechas y hechos ocurridos a posteriori, para no dejar completamente vacía la trama:

Miércoles, 05/09/2012:
- 9:34 a.m.: Abandoné mi hogar.
- 10:41 a.m.: Partió el vehículo

Jueves, 06/09/2012:
- Alrededor de las 6:00 a.m.: Llegué a Tocache
6 días de prueba

Miércoles, 12/09/2012:
-  6:00 p.m.: Rumbo a Tingo María (tarde 2.5 horas aproximadamente)

Jueves, 13/09/2012:
-  El día fue empeorando, superando a los anteriores (el peor).
- En la noche conversé con mis padres, después de 8 días. Entendieron, no me buscarían, pero tendríamos contacto más seguido.

Viernes, 14/09/2012:
- 0:25 a.m.: Rumbo a Pucallpa. Me depositaron S/. 600.00. Los retiré minutos más de las 9:00 a.m. En 4.5 horas más o menos llegué a dicha ciudad.
- Busqué techo, comida y trabajo. En la noche encontré techo.

Sábado, 15/09/2012:
- Entre las 8:00 a.m. y las 10:00 a.m. encontré trabajo. Estuve allí hasta la hora de almuerzo.
- Entre 4:00 p.m. y 5:00 p.m. conversé por teléfono con mi familia (con mi hermano, aún no).
- 11:00 p.m.: Me dormí.

Domingo, 16/09/2012:
- 6:00 a.m.: Salí hacia el Puerto del Río Ucayali.
- 8:00 a.m.: Entré a trabajar.
-  1:00 p.m.: Visité Yarinacocha. Tardé entre 15 y 20 minutos.
- Me dirigí a la laguna.
- En las orillas compré una cruz Inca hecha de madreperla. Juan Bruno, natural de Piura, me la vendió.
- Me dirigí al Restaurante “El Paiche”.
- Entre las 4:00 y 4:30 p.m.: Comencé a escribir en mi cuaderno (comprado el Viernes en el Puerto de Pucallpa).
- 4:33 p.m.: Por primera vez en mi vida, vi delfines, y los seguí viendo, mientras escribía.

Lunes, 17/09/2012:
- Empecé a trabajar a tiempo completo.
- Comí por unos meses de la sazón de la Sra. Delmith, ocupante, como yo, de la quinta de Doña Julia, ubicada en el Jr. Bolívar Nº 476.

Del Martes, 18/09/2012 al Viernes, 21/09/2012:
- Ganaba entre 16 y 35 soles diarios.
- En la tarde, luego del almuerzo, me nació un efímero deseo de regresar a Tingo María, ya que por allí el clima era más fresco.
- Conversaba siempre con mis familiares y amigos.
- Con mi hermano, chateaba.
Llegando a Pucallpa el 14 de Setiembre del 2012
Pues, hasta esta parte con el relato y la crónica. En los posts siguientes, Pucallpa será el tema principal. Abordaré todo sobre la Tierra Colorada. Y es un hecho que todo lo narrado, será usando un lenguaje ameno y bajo una descripción minuciosa.

Las fotografías puede que no coincidan con la fecha de lo que voy relatando en el momento, pero todas irán nombradas al pie. Además, más del 90% de estas imágenes, son propias; las que no, irán rotuladas con su fuente.

Así que, ¡DIVIÉRTANSE!
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