La
vida en las ciudades supone un peligro latente. Estar rodeado de otras personas se ha vuelto una fobia colectiva en
esta época de pandemia mundial. Por tales razones, muchos peruanos han decidido
regresar al campo. Familias enteras se han mudado a la seguridad de su “chacrita”
o a la comodidad de su fundo, que incluso por mucho tiempo ya lo tuvieron en el
olvido. Es una gran dicha para esta gente tener un lugar donde refugiarse,
en el cual el sustento básico jamás hará falta. Rodeado de plantas,
animales y fuentes de agua, uno es capaz de vivir mejor que en una sociedad
regida por el consumismo y el capitalismo.
Los
que tienen una propiedad o un terreno en el campo, bienaventurados sean. De
ellos serán los frutos que cosechen.
El
éxodo a la naturaleza ha hecho que muchos dejaran las costumbres que ya habían
aprendido a adoptar en la ciudad.
Todo automatizado y a ritmo acelerado. Cortar de tajo con eso fue difícil, muy difícil
para algunos, principalmente, los que dependían mucho de la tecnología. En el campo podrás correr, estar libre bajo
el sol o la lluvia, sin mascarillas ni guantes, en total placidez; pero en
la ciudad eso no será posible sin correr el riesgo de infectarte por el COVID-19.
No
obstante, vivir en el campo tiene sus desventajas en esta nueva era donde
estar informado es decisivo. Internet
se ha vuelto un “mal necesario”. Toda la información gira en torno a éste.
Al menos por mi parte, necesito Internet todos los días para poder compartir
con ustedes mis artículos y seleccionar la información de interés. Pero con
el 4G de ahora me basta, no necesito del 5G para poder estar informado o al
menos tratar de estarlo, porque no todo lo que se lee o ve en la web es
real por más serio o verídico se muestre el sitio.
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Para las familias
más necesitadas realmente sí urge ir al campo, porque mientras más cuarentena haya en el Perú más complicado será la subsistencia en la urbe. La bonanza no se encuentra en
esta selva de cemento en estos tiempos funestos. Tendríamos que salir de está “prisión”.
Es
duro para aquellas familias de baja economía que no tienen a dónde ir. Si tienes una casa de campo,
una chacra o un fundo, sería muy bondadoso apoyarlos, trasladarlos a alguna de nuestras propiedades, por ejemplo. Es un
camino solidario si con dinero y bienes no podamos.
Recuerden
que todos los productos alimenticios que tienes en tu mesa vienen del campo.
Tenemos un país rico en recursos naturales. Tenemos esa bendición al alcance de
nuestras manos. Si nuestro presidente no
toma medidas duras, es hora de hacerlo nosotros mismos.
¡Resiste,
Perú!
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