14 octubre 2009

Publicado octubre 14, 2009 por con 0 comentarios

Caminata a la Primera Cascada del Río Shilcayo- Parte XIII


Metí a la cámara en el estuche y continuamos la marcha. “A bajar se ha dicho”, recité con ganas. El camino de descenso fue tan espacioso como el de la cima, pero la franja inclinada era menos accidentada y la vegetación lo representaba en su mayoría plantas de mediana altura y árboles madereros que crecían muy bien en un terreno sesgado. Hablamos poco, saltando troncos derribados a nuestros pasos, puede que por el viento o la vejez, siendo una muestra de lo último, la notoria descomposición y la multitud de guaridas de escarabajos, gorgojos y otras alimañas que mis compañeros decidieron cazarlos al regreso de la cascada del ShilcayoEn esos ratos no sopló corriente de aire alguna, ni tampoco se oía el canto de las aves y el ruido de otros animales. Yo iba delante, junto a mi pariente, y Micky detrás, con una varilla en la mano libre, intercambiando algunas palabras con ambos. A partir de una superficie dispersada de helechos marchitos, vimos la pedregosa orilla del decadente río, a mediana distancia y antes de lo que imaginé. ¿Habíamos trotado tan rápido? Esto, si desean pregúntenmelo a través de un correo o comentarioSiempre estaré en constante revisión… no se olviden.
Aunque hubo piedras planas por donde pisar y por supuesto no mojarse, crucé el Shilcayo empapándome el calzado, de forma que quería refrescar mis pies y de paso tener más facilidad de salpicar harta agua a los muchachos en la ropa. Les fue inútil devolverme la palomillada, porque llegué a la orilla contraria cuando apenas brincaban por las húmedas piedras del centro, temiendo resbalarse y acabar peor. A más metros del río, caminaba rumbo a la cascada, batiendo ferozmente las mandíbulas como si tuviera epilepsia. “No quise mojarte porque la cámara corre peligro, loco”, dijo Cayo acortando la distancia. “¿Y por qué entonces se agacharon con las manos estiradas al agua?”, inquirí apaciguando la risa. Mi primo evitó la respuesta con una palabrota, y Micky me pateó en la espinilla al alcanzarme, pero sin mucha fuerza como para lastimarme. “Te saliste con la tuya esta vez, ¿eh?”, farfulló. Sin contestarle, seguimos caminando, siempre cerca al río, con aspecto de riachueloLos charcos y el barro se veían a cada tramo de esta parte de la ruta, y tratábamos de no ensuciarnos saltando por las pocas piedras que había en medio, o andando por el pasto de los lados. Luego de sortear un bache de fango negro como fertilizante, entregué el chisme digital a Cayo para que nos tomara unas fotos cuando alcanzáramos una superficie más seca. Durante el tiempo que nos ocupó en llegar a una zona menos cienosa, mi primo y su colaborador se hicieron con una mariquita y un insecto palo, no pudiendo capturar a una esplendorosa mariposa (creo que de la especie azufre). Sin embargo, la caza de lepidópteros era otra chamba y se necesitaba de instrumentos (armas) muy diferentes a una cámara letal, como una red entomológica, esencialmente. Ya tenemos experiencia en el manejo de este tipo de aparejos. Incluso, utilizarlos abarca una serie de procesos que se deben aprender si se quiere ser efectivo a la hora de atrapar a estos pasivos y variados seres. Dado que son más frágiles que otros insectos y que sin sus colores pierden su belleza, deben ser cogidos con suma delicadeza, evitando “despintarlas” en lo máximo. Los pigmentos que matizan sus alas resultan ser escamas microscópicas, mediante las cuales los científicos han visto adecuado clasificarlas en base a esa característica, por lo que de ahí nace el determinado Orden, Lepidoptera: lepido=escama, y, ptera=alas. La etimología griega sí que está en todas. Pensar que todo lo que salen de tus labios tiene su origen. Ya me lo había dicho mi maestro de Lengua y Literatura… En el reino animal, como en el vegetal y mineral, nada está nombrado al azar, y ni lo estará. Así que tal vez, antes de seguir con mi narración, les parezca algo didáctico y entretenido las siguientes explicaciones que me dediqué a seleccionarlas: El Orden Coleoptera (el de los escarabajos) viene de coleo=élitro y ptera=ya saben; el Orden Homoptera (el de la cigarras) se origina de homo=igual y ptera=archisabido; el Orden Quiroptera (el de los murciélagos) es de quiro=mano y ptera=súper archisabido; el Orden Anura (el de los sapos y ranas) resulta de an=sin y ura=cola; y algunos más simples, como el Marsupialia (el de los canguros) de marsupio o bolsa, el Edentata (el de los osos hormigueros) de carente de dientes, o el Carnivora de los que devoran carne.…
Y he aquí que continúo con la aventura hacia la primera de las caídas de agua del río Shilcayo, que ya se había vuelto más emocionante, pese a los eventos casi comunes ocurridos hasta ahora. La misma naturaleza nos reconfortaba: la pureza del oxígeno, la frescura que se fue haciendo más patente, los sonidos de la vida que se movía alrededor, entre otras cosas. El camino por donde recorríamos en esos momentos era plano pero, como dije, enlodado en ciertos sectores. Ninguno acabó con las zapatillas embarradas después de vencer estas masas de tierra húmeda o mojada. La causa por lo que dicho trecho estaba en esas condiciones, comprende dos principales factores, uno de ellos es la inestabilidad del suelo debido a alguna falla geológica a quizá miles de metros debajo, y el otro, el curso de antiguos afluentes del Shilcayo que venían de la izquierda, o sea, desde arriba, de los cerros de la Cordillera Escalera. Además, recuerden las tormentas que se desataron días atrás en la región San Martín.

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