El
Jaekelopterus: El nombre completo de este artrópodo
quelicerado es Jaekelopterus rhenaniae y es
conocido vulgarmente como escorpión gigantesco de la Prehistoria.
El grande descubrimiento de una garra enorme y en estado fósil de un
antiguo escorpión marino brindó un increíble dato: más de 390 millones
de años atrás estos arácnidos alcanzaban a medir 2.5 metros, casi como la
altura del piso al techo de nuestro hogar y mucho más que el promedio de talla
de un hombre. Simplemente fantástico.
Este “armatoste” es de la clase de los euripteridos,
del Devónico medio. El trozo de garra se encontró en
una mina de Prüm (Alemania), por un arqueólogo de Mainz, Markus
Poschmann. Éste explicó mediante una nota de prensa que cuando estaba
desmenuzando piezas rocosas con su martillo y cincel, de pronto se percató de
que había un parche negro de materia orgánica encima de una laja recientemente
removida. Tras limpiarlo con cuidado, ha podido identificar lo que ha parecido
la pequeña parte de una gran garra. Aunque ignoraba si estaba más entera o no,
se decidió por sacarla… Los pedazos que ha conseguido Poschmann se
tuvieron que limpiar de modo separado; luego se secaron y se unieron con
minuciosidad científica. Enseguida se colocaron sobre una cubierta de escayola
para reforzar el fósil y evitar que padeciera daños en el transcurso de su
análisis, que se publicó en la prestigiosa revista de la Royal Society, Biology
Letters. De acuerdo a lo que se ha averiguado, la especie a la que
pertenece ha vivido entre 460 y 255 millones de años atrás.
Un profesor de Geología en la Universidad de
Bristol, el doctor Simon J. Braddy, que dirigió la
investigación de este fósil, afirma que se trata de “un asombroso
hallazgo”, dado su tamaño. “Ya se sabía que hace cientos de millones
de años existían milpiés gigantescos y enormes libélulas, pero hasta hoy a las
justas se tenía una idea de cómo de grandes podrían llegar a ser”, confiesa.
Es posible que el Jaekelopterus fuera
uno de los predadores más grandes de su tiempo. Se cree que cazaba
trilobites, peces, otros escorpiones marinos y hasta a los ancestros de los
tetrápodos. Empero, habría también sido presa de placodermos,
tiburones y de sus mismos congéneres. Qué belicosos habrán sido.
Los
trilobites gigantes: Los trilobites se tratan de uno de
los fósiles más conocidos por la gente aficionada y el público en
general. Lo que sí no es fácil de encontrar es un yacimiento similar al que
acaba de verse en Portugal, en una cantera próxima a la
localidad de Aveiro. Resulta ser la mayor y completísima
acumulación de dichos seres extintos y además la que cuenta con los mayores
ejemplares nunca descubiertos. La ardua labor lo realizó un grupo
internacional de paleontólogos al mando de investigadores del propio CSIC,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Los
trilobites han dominado los mares terrestres durante unos 250 millones de años
en el Paleozoico y su tamaño era modesto. Los restos llegados no
superan los 10 centímetros de largo. Sin embargo, los que se
encontraron recién pasan de los 30 centímetros y logran incluso los 90, lo
que los hace ser los mayores restos de trilobites desempolvados hasta la
fecha. Juan C. Gutiérrez Marco, el científico coordinador del CSIC,
dio a saber que lo excepcional es que los ejemplares adultos se están
conservando articulados y completos, mientras que en Portugal y
España, para rocas de tiempos comparables, solamente se dispone de fragmentos y
los restos de mudas de los de mayores dimensiones.
Los científicos han relacionado el gran
tamaño de tales fósiles con el gigantismo polar visto en diferentes grupos de
invertebrados en el Ordovícico (490-443 millones de años). Entonces las
zonas ibéricas se localizaban bastante cerca de lo que había sido el Polo Sur y
eran parte de la plataforma marina que rodeaba el antiguo continente Gondwana.
Gutiérrez ha explicado que en un sector pequeño de la plataforma marina
se ha formado una cubeta a salvo de las corrientes, que estancó aguas frías y
pobres en oxígeno. La agitación de los niveles de oxígeno, próximo al
fondo, asfixió y mantuvo los cadáveres de varios trilobites, que les sorprendió
la muerte cuando se reunían para mudar y procrearse o cuando se cuidaban
de los depredadores.
El experto del CSIC describió el yacimiento como
una Pompeya de trilobites, en la que expiraron sofocados y
permanecen en el mismo sitio en el que han vivido. De esta manera, se
encontraron a unos individuos enrollados como queriendo defenderse y otros en
plena mudanza de caparazón… Que en paz descansen estos seres.
El
Megarachne: No hace mucho también se
encontró el fósil de un “insecto” muy semejante a las arañas del presente,
con un promedio de 60 centímetros de longitud, 1.5 kilos de peso, tres
pares de ojos y cuatro pares de patas alargadas. No pude evitar un temblor
a observar con detalle a las imágenes. Como dice el Dr. Chapatín: “¡Me da
cosa!”… Como ven, se parece a las tarántulas de hoy, pero de un tamaño
admirable. Se alimentaba de reptiles, anfibios y peces. Unos
años luego de hallado el fósil, se ha declarado que no era una araña, sino
un escorpión y que llegaba a medir hasta más de un metro. ¡Dios Santo! ¡Más
de un metro! ¡No puedo creer que haya existido un monstruo así…! Aunque a estas
alturas, con todo lo visto, escrito y leído, no es para exagerar tanto que
digamos. Me he ocupado de especies animales que son la pesadilla y el
dolor de cabeza de millones de personas.
Así concluyo de describir e ilustrar a los invertebrados
más grandes e impresionantes del pasado. Pero para cerrar con broche de
oro, me reseñaré a la última parte del penúltimo párrafo sobre el
segundo bicho que puse en este documental, la libélula
prehistórica (Parte
I). Antes les sugeriría que lean el final de mi anterior recopilación
de datos, Los
Invertebrados más Grandes e Impresionantes (del presente).
Seré concreto, tajante, lógico e incluso
crédulo: Si los nuevos estudios indican que los insectos (grandes o
pequeños) respiran con ciclos acelerados de compresión y expansión traqueal,
entonces pueden vivir en una atmósfera sin mucha presión de oxígeno. Si la
Tierra cuenta con poca presión de oxígeno, entonces los insectos gigantes
podrían habitar sin problemas en la actualidad. Unos conocidos míos han visto
un escarabajo (enorme) del tamaño de una tortuga a una hora de camino de mi
casa. Por lo tanto, es un hecho que en nuestro planeta aún viven hexápodos
gigantescos, porque los niveles de presión de oxígeno no son una limitante para
seguir caminando, volando, y, por ende, respirando.
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