13 noviembre 2010

Publicado noviembre 13, 2010 por con 1 comentario

Tirando dedo hasta la naciente del río Tioyacu (Rioja, Perú)- Parte II


Tirar dedo”, “jalar dedo”, “hacer dedo”, “pedir un jale”, “pedir ride”, “pedir un aventón”, “pedir cola”, “hacer autostop”, “hitchhike”, “linche”, etc. son frases que quieren decir lo mismo, y son usadas frecuentemente por un tipo de persona: el mochilero. Esa mañana de noviembre estaba decidido hacer las veces de éste. Mi estadía en Moyobamba me salió algo cara, obligándome de esta manera a hacer honor del apelativo que siempre uso en la Web 2.0, El Caminante.

Ha de decir ya, en esta segunda parte de la narración, que un día atrás estuve acompañado de “Juanito”, mi hermano menor, en la ciudad referida. Él sólo se fue unas horas a apreciar los bellos ejemplares en el XV Festival de la Orquídea, y no regresó sin antes invitarle a beber unas cervezas en una cantina emplazada en la Punta o Mirador de Tahuishco, casi frente al discobar “Kovachii”, el punto de diversión más popular de Moyobamba, que en esos momentos permanecía cerrado, uno por la hora y otro por el día, pues la señora que nos atendió en su establecimiento dijo que el local se abre de Jueves a Domingo. Aún era comienzo de semana. Y recalco que mi permanencia por esos lares fueron los días lunes y martes.


Eran poco más de las 10:00 a.m. del martes cuando emprendí la caminata hacia Tioyacu, el destino ecoturístico que hace tiempos quería conocer. Segundos atrás había mudado de calzado, dado que las sandalias que tenía puestas, no estaban preparadas para la ocasión; aparte de eso, en mi mochila hubo espacio para llegar a meter las mismas y así tener una mano desocupada, pues —como describí en la entrada anterior— los botines los iba llevando colgados en una bolsa. Con este par de zapatos fue con los que inicié la marcha. Desgraciadamente, el tablero con los folios borradores (leer la Parte I para entender mejor) no pude hacerlos caber en la mochila… De forma que finalmente mi atuendo era el siguiente: Polo Cuy Arts con mangas cortas de color azul, pantalones cortos color rojo sujetos con una correa de tela, guantes mitones (esos que dejan los dedos libres), y los botines que mencioné con dos calcetines en cada pie. Está de más decir, que la mochila descansaba en mi espalda y cogía el tablero con los papeles con una mano.


A paso regular y a veces lento, me dirigí a la carretera Fernando Belaúnde Terry- Norte (ex-Marginal). No quería esforzarme mucho pisando el asfalto y las zonas irregulares de Moyobamba. Hace mes y medio que había sufrido una severa lesión en el tobillo derecho en medio del frenesí de un concierto de rock, organizado por un grupo juvenil del que soy (era) integrante. Es que caí en el descuido mientras fogueaba (moverse al ritmo del rock) con un grupo de amigos, todos abrazados, saltando, sacudiendo la cabeza y gritando como posesos. El factor principal que originó el tropiezo general de la caterva fue la desigualdad del terreno, lleno de baches y pasto mal podado. Yo resulté ser la única víctima esa noche: todo el peso de 4 o 5 muchachos acabó dando sobre mi pie que se dobló al instante. Y pese a terminar con tres huesillos dislocados, no sentí mucho dolor en esos momentos. Con lo caliente que estaba mi cuerpo, hasta podía seguir caminando (cojeando) unas horas luego del incidente. El padecimiento vendría en horas de la madrugada, acostado en mi cama, cuando también ya habían muerto los efectos del alcohol. Ni siquiera era capaz de levantar la pierna, porque apenas intentaba hacerlo, sentía un dolor intenso que se expandía hasta debajo de las pantorrillas. Ahora sufría las consecuencias por hacerme el valiente, o mejor dicho, el negligente. Toda aquella mañana fue un martirio; sin embargo, el verdadero suplicio estaba programado para el mediodía, cuando la “sobadora” llegaría a casa del autor de este blog para hacer lo suyo. Creo que toda la cuarta cuadra del jirón Tahuantinsuyo del barrio Partido Alto de Tarapoto me oyó gritar esa vez. Nunca antes, en todos mis veintitantos años, he sentido tanto dolor. Recordar esos minutos de quejidos no son nada agradables… ¡Jod…! Nuevamente me desvié de la secuencia de los hechos. Pero, locos de la Red, ya vayan acostumbrándose, que así siempre será en Me Escapé de Casa. Lo detallado recientemente —así lo he avistado— ha sido necesario que lo sepan para evitar futuros malos entendidos. Y sin más, prosigo con esta historia de ida y vuelta a Tioyacu:


Dónde me quedé. Ah ya... Había dicho que “no quería esforzarme mucho”. Es obvio que, si leyeron con atención el párrafo anterior, deducirán que las secuelas óseas impedían que camine a ritmo acelerado por periodos constantes. Si hubiese dejado de salir a bailar por más tiempo, tal vez la salud de mi tobillo estaría bastante mejor. Anduve como a un promedio de 5 km/h, bajando la mirada de rato en rato por si la buena estrella colaboraría conmigo y encontrase una o más monedas. La inversión de mayor sensatez en esos momentos era comprar agua embotellada o alguna bebida que re-hidrate, ya que solamente las botellas personales de Coca-Cola e Inca Kola quizás no bastarían para el resto del día. Puede que los rayos solares se ausentarían por el bloqueo de las nubes durante la totalidad de aquel martes, pero, en caso que fracasara en mis intentos de convencer a alguien para que me diera un jale en la carretera, tendría que caminar mucho y, por ende, perder más líquido, a pesar de mantenerse una temperatura moderada. Ni que fuera sobrehumano para no transpirar. Y también, para los lectores y visitantes que por vez primera accedieron a este blog, deben saber que este joven explorador es adicto al agua. ¿Podría soportar sin tomarla durante todo mi viaje de ida y regreso a Tioyacu…? ¿Me contentaría con las bebidas gaseosas que saqué del frigobar del hotel…? Eso lo sabrán si siguen leyendo este relato en el transcurso de los próximos días. Paciencia. Ya se viene lo emocionante. “¡Tioyacu! ¡El Caminante te hará una visita!”, pensé inquieto.



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1 comentario:

  1. Muchas gracias amigo "El Caminante" por querer compartir con nosotros las imágenes de las orquídeas. Un afectuoso salud y agradecerle una vez más por depositar su confianza en SelvaNet y ser un seguidor de nuestro Blog..... un abrazo y muchos exitos amigo!!!!

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