Seguí
merodeando por las orillas del río
Tioyacu con la cámara en mano. Calculé que la temperatura
ambiental oscilaba entre 20 y 25 grados Celsius. Había bajado un
poco desde que salí a pie de la ciudad de Moyobamba.
Esto se debía a más de un factor. En primer lugar vendrían a ser los
árboles y la corriente de agua de las proximidades, elementos que jugaban
un papel importante para mantener el frescor del aire. Otro era la
misma humedad que se conservaba como encerrada por la espesa
capa de nubes. Obviamente menos rayos solares, casi nulos. Además
no se olviden de la altitud, pues desde que empecé
esta caminata y autostop,
he ascendido unos metros sobre el nivel del mar más.
Vi
que por estos lares prohibían la pesca con veneno, pesticidas y
sustancias peligrosas. No iba a ser para menos. El río Tioyacu es
un patrimonio natural que está celosamente cuidado tanto por
sus pobladores como por las autoridades. En uno de los letreros que fotografíe,
leí precisamente la advertencia. Detrás de éste reparé otro que prohibía
el ingreso a una propiedad privada. Al parecer más allá había fundos a los
que entrar sin autorización suponía un disparo al intruso. La vegetación se
presentaba tan exhuberante desde sus límites, que para internarse sería
necesario vestir la ropa adecuada y así no acabar con varios pinchazos de
mosquito, heridas de espinas o, en el peor de los casos, mordido por una
serpiente venenosa… Pero a parte de los carteles de advertencia, me percaté de
algo preocupante, algo que siempre observo en recreos
turísticos de la región San Martín del Perú: basura
tirada en el suelo o pasto. Hasta ahora sigo sin comprender bien la
educación de las personas responsables de dejar todo sucio a su paso. En Tioyacu,
no he mirado muchos desperdicios que digamos, pero eso no quita el hecho de
que la gente peruana continúa siendo inculta en temas de limpieza.
Esto es una de las cosas de la que menos me siento orgulloso de mi país.
Lo
que sí es digno de alabar es la disponibilidad de vehículos de
transporte a un montón de centros recreacionales, y eso es lo que sobra
para llegar a Tioyacu. Autos, buses, combis y hasta motocarros son
los que hacen ruta. De cada uno ya va a depender de cuán cómodo quiere realizar
su viaje.
Mientras más caro sea el pasaje, más confortable se sentirá al ocupar un sitio
en el vehículo que escoja. El mejor medio de todos es el auto, ya
que es una forma más privada de viajar, y a su vez, menos
contaminante, por contar con motores más nuevos y/o modernos. Si sales
de Rioja en
carro (taxi), arribarás a la entrada del complejo en 15 o 20 minutos
haciendo un recorrido de 14 kilómetros. Una familia promedio puede caber
dentro de este tipo de vehículos con facilidad. Excelente opción para ir a
pasar un entretenido fin de semana con tus seres queridos. ¡Vamos! ¡Anímense!
Con todo lo que estoy narrando hasta el momento y las fotos que subo en cada
parte, no creo que aún sigan sin ganas de conocer Tioyacu. Eso que
todavía no llego a lo mejor.
Pero
—con lo descrito hasta este punto— me doy cuenta que estoy siendo injusto con
cierto grupo de personas. Me ataño a los turistas o visitantes de los
demás departamentos del Perú y el mundo entero. No detallé el modo o vía de
cómo ellos (ustedes) pueden llegar a este recreo natural de la Selva
Alta o Rupa-Rupa. Para llegar a la ciudad de
Rioja se tiene que recorrer unos 1,312 kilómetros
aproximadamente. En auto, el viaje tarda algo más de 20
horas, tomando la ruta Lima-Chiclayo-Olmos-Bagua-Rioja,
cruzando las carreteras Panamericana Norte y, la ya nombrada
muchas veces en esta historia, Fernando Belaunde Terry o ex-Marginal de
la Selva. La segunda opción es ir por avión hasta Tarapoto y
después dirigirse a Rioja. Este vuelo dura una hora y el trayecto por
tierra cerca de un par de horas y media. Y, finalmente, se debe de ir al río
Tioyacu. Así que también, si un extranjero se encuentra en Lima, ya
está enterado de las rutas que tienen como destino la naciente de un bello río
de la Amazonía peruana.
Por si tienen alguna duda, para eso pueden comentar o escribrime al
correo mescapedecasa@gmail.com.
La altitud
geográfica de la Naciente del Río Tioyacu, según las fuentes que usé de
guía, es de unos 898 m.s.n.m. El ambiente fresco del lugar,
lo hace apto para que cualquier visitante de la faz de la Tierra lo
pueda conocer sin problemas, puesto que es fácil habituarse a un
clima así. Seas nato de un país de extremos atmosféricos, gélidos o tórridos, en
Tioyacu será difícil que la temperatura te caiga mal a la salud.
Respirarás aire puro y relajante, y tu cuerpo se recargará de energías
positivas, tal y como le sucedió a este aventurero. El hambre o
la sed no existían para mí. Por una extraña razón mi cuerpo se sentía
renovado, como si recién me diera un refrescante baño al levantarme de
cama. Luego de unos minutos de estar deambulando, desde la sombra de los
tambos, donde vi que vendían frutas y bebidas, salieron a pedido de
voces los comerciantes, uno o dos de ellos con las viandas mostrándolas frente
a mis narices. Las rechacé por dos motivos significativos: No me
apetecía y no disponía de más dinero. Por eso seguí con las fotografías y
filmaciones. Cuando decidí que ya debía continuar con mi marcha, deseaba hacer
antes una cosa inaplazable. Tendría que hacerlo en esos precisos instantes. De
manera que, sin más demoras, pedí a una vendedora que me tomara una
foto. Ésta explicó que no se le va bien con la tecnología, por
lo que mandó a su sobrina a que lo hiciera. Primero me sacó
un vídeo,
porque cometí el error de entregarle la cámara en modo de filmación. La
foto la pueden ver al pie de este post, incluso es descargable en alta
resolución. ¡Horror!
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