07 marzo 2011

Publicado marzo 07, 2011 por con 0 comentarios

Tirando dedo hasta la naciente del río Tioyacu (Rioja, Perú)- Parte IX


Dos minutos antes de avistar la comunidad de Nueva Jerusalén, pasamos por la Planta de Cementos Selva. Esta fábrica se la puede ver a la izquierda de la carretera, yendo en la dirección que tomaba esa mañana, de sur a norte, rumbo a la naciente del río Tioyacu. Se podría decir que mi destino turístico se localizaba a la vuelta de la esquina. El pueblo al que llegamos con Yulianala chica que se ofreció desinteresadamente llevarme hasta el camino de ingreso al recreo de esparcimiento y que era una ex-compañera de aulas en la universidad, se presentó pacífico ante nosotros, como la mayoría de los que existen en la región San MartínEntramos por un camino de herradura a la siniestra de la Belaúnde. El vehículo saltaba por ratos. Tenía buenos amortiguadores, así que no me molestaban las nalgas o los riñones. Y contando lo de hasta ahora, a estas alturas ya pienso que debería decirles algo que mantuve callado, una cosa que no tiene porque ser oculta, pese a que quizás a unos les parezca licencioso: el trasero de Yuliana es de los grandes, de esos que con un movimiento te dejan tirado en el piso. El enamorado de mi amiga debe de ser un verdadero héroe para ser capaz de “domar” a tremenda retaguardia. Sin embargo, durante aquellos instantes, el beneficiado era el autor de este sitio web. Felizmente, y como todo caballero, pude controlar mis hormonas y no provoqué ningún levantamiento malicioso que conllevara vergüenza. No sé como demonios pude resistirme a tal cáliz. Ustedes opinarán. Tengan en mente el hecho de que podría ser bajado mordazmente de la moto.
“Ya vamos llegando al puente…”, apuntó Yuliana en tanto descendíamos un poco por el sendero. Para los entusiastas por lo preciso —así como yo— me tomé la molestia de buscar en Google Earth las coordenadas exactas del punto donde empieza el ramal que tiene por meta la naciente del río Tioyacu. Me refiero al lugar del cual viramos de la carretera: 5°59'43.46''S 77°16'26.28''W. Busquen estas cifras geográficas en el software de Google por si lo quieren. Muy sencillo. En caso no lo tengan instalado en su ordenador, descárgenlo clicando en este enlace. Siempre uso este programa para colgar fotografías propias de los lugares que voy conociendo. La variedad de funcionalidades con que cuenta es increíble. Muchos lo verán abrumador los primeros días; pero una vez que aprendas a utilizarlo, será pan comido, casi como un juego, por ser divertido y educativo de forma paralela. Una de sus funciones más populares son las “Vistas en 3D” de la naturalezaEn la imagen que puse arriba apreciarán una vista en tres dimensiones de los cerros de donde nace el río Tioyacu. Aquel es el paisaje que se ve desde el puente de entrada al camino que lleva al centro turístico-ecoturístico. No se confundan con las partes blancas, que no es nieve, pues se tratan de bancos de nubes. En esta región jamás ha nevado, ya que es una zona tropical y semi-templada.
Yuliana estacionó su motocicleta a cinco o diez metros del puente, frente a un letrero fijado sobre dos postes de metal delante de un árbol. En el cartel, de fondo azul con letras y dibujos de color blanco, se leía claramente “Recreo Turístico Río Tioyacu”. La iconografía indicaba que dentro del complejo natural y/o artificial se podía hacer práctica de natación, disponía de servicios higiénicos, y se vendía refrigerios. Había llegado la hora de despedirse de Yuli. Tenía que seguir con su trabajo diurno. Conversamos unos segundos más, e intercambiamos tarjetas. Ella me entregó la suya con un tríptico de la empresa donde laboraba engrapada de una punta. Nos besamos en la mejilla y nos dijimos “adiós”De ahora en adelante comenzaría mi visita o recorridoArribé por fin al río Tioyacu, sin gastar ni un sol desde que salí de la ciudad de Moyobamba. Lo hice a bordo de tres motocarros y dos motos. Las cinco personas que jalaron a El Caminante —agradeciendo desde Me Escapé de Casa su gentileza—no exigieron de mí centavo alguno. Es más seguro que los cuatro primeros conductores nunca lean estos posts, pero a todos les estaré eternamente agradecido… Retrocediendo unas líneas, había dicho que arribé al río Tioyacu. Así es, río, pero aún no a la naciente de éste o al centro recreacional en sí. De esto es lo que me iría dando cuenta en seguida.
Con la cámara en opción de filmadora, desfilaba hacia el puente que pasaba por encima del río Tioyacu. Observé a dos señores apoyando los codos en la baranda de la izquierda. Dialogaban viendo inconcientemente la lenta corriente de abajo. Un par de conos de tránsito reposaban al inicio del puente. Éste es de concreto y mide como 2 o 2.5 metros de ancho y más o menos 15 de largo. Cuando estuve casi cara a cara con los hombres que hacían las veces de vigilantes, les pregunté si debía de desembolsar algo de dinero por cruzar los límites del víaducto para realizar la respectiva visita al recreo. Revelaron que no… por ahora. “Recién te cobrarán más allá. Nuestra misión es encargarnos del tránsito”, dijo el quien parecía el más viejo. “No sé cómo, pero no gastaré nada en la siguiente entrada”, fue lo que pensaba desde que el cuidador me explicó lo de dicho pago. Ya mencioné en la Parte I de esta historia de mochilero que mi presupuesto era de sólo 2.80 nuevos soles. En total tenía S/. 12.80, pero S/. 10 eran sagrados. Con esa cantidad regresaría a Tarapoto desde MoyobambaDebía de usar todas mis armas para evitar gastos que peligraran la rápida vuelta a casa… Mientras tanto a seguir filmando y fotografiando la naturaleza, llena de vegetación y del sonido de los pájaros e insectos. Un ambiente donde se respiraba paz. Libre de contaminación y de los ensordecedores ruidos de la metrópoli. De manera que los que son habitantes de las grandes ciudades, ir a visitar esta bella selva del Perú les caerá muy reconfortable para la salud física y espiritual.


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