Había más especies de plantas de las que me imaginé a un comienzo. Para mí, en esos momentos, una variedad incalculable. Podrían ser cien, ciento cincuenta, o tal vez doscientas; pero sea cual fuera el número, pocos se atreverían a decir que en el Valle del Alto Mayo no hay una rica biodiversidad. En cada edición del Festival de la Orquídea se junta toda esa exuberante flora que viste de gala los bosques del norte sanmartinense y alrededores. Una seductora gama de colores y aromas es traída y reproducida de los hábitats tropicales y húmedos de la selva amazónica para que turistas y visitantes de cualquier lugar de la región, del país y del mundo, disfruten igual por igual en una exhibición que año a año es ambientada con una forma que te recuerda a la jungla misma. Sin pecar de exagerado, esta festividad floral reúne las plantas más soberbias de América del Sur, y principalmente de Perú. Es asistencia obligada de los grandes criadores de orquídeas, bromelias y otras plantas ornamentales, aparte que muchos de ellos resultan ser los que se encargan de exponer el fruto de su trabajo florístico, y, como señalé anteriormente, también hay algunos que lo venden a los concurrentes interesados en el arte del cultivo de las orquídeas y demás flores exóticas. Octubre y Noviembre son siempre los meses elegidos para la celebración de este evento, cayendo así en una época del año en la que el tiempo es acogedoramente bueno en Moyobamba, sin muchas ni pocas lluvias, y con un calor soportable por casi todos; por lo que, si estás planeando salir de la rutina este fin de mes, sería una opción que visitaras esta ciudad de la Selva peruana y te des una vuelta por el Festival de la Orquídea. Y atención que Moyobamba ofrece varios lugares turísticos. Depende de ti que desde el viernes 28, que es el día de inauguración del acontecimiento en su ocasión dieciséis, hasta el domingo 30, vivas con tus familiares y/o amigos un fin de semana educativo y entretenido en el Alto Mayo. Tu amigo El Caminante, el autor de Me Escapé de Casa, te hace la respectiva invitación.
Quizá —si eres charapa (natural de la Selva peruana)— cuando vayas al XVI Festival de la Orquídea 2011, digan lo mismo que yo comenté en la edición del 2009 y el 2010: “Hay un shunto de Cattleyas rex”. Una orquídea blanca, símbolo de Moyobamba, es “vista hasta en la sopa” por los asistentes a la festividad. Y ustedes, cibernautas, pueden ver aquí un ejemplar de ésta en la cuarta imagen, en la cual aparece a la izquierda de una bromelia de nombre científico Vriesea dubia. Saqué muchas más fotos de la famosa Cattleya en mi recorrido por las instalaciones, pero la minoría se encuentra (o encontrará) subida en estos posts, por el simple hecho de que la cantidad de los mismos será inferior a la decena, una cifra mucho menor que en la narración del XIV Festival de la Orquídea. Pues, para evitar eso de estar “acumulando” un arsenal fotográfico en cada parte de este relato, y por consiguiente en el servidor de Blogger, creí oportuno almacenarlo en mi cuenta de Megaupload para su libre descarga. Aguarden que publique el artículo exclusivo tras finalizar de contar mi estadía en el XV Festival de la Orquídea, los días 1 y 2 de Noviembre de 2010. Por lo que se enteraron a través del título, estoy ya en la Parte IV de esta crónica, la que a su vez acabará en la Parte VI. Y para que sepan, un dato más que resaltante: Treinta y tres (33) posts, casi cuarenta mil (40,000) palabras, en torno a cuatrocientas (400) imágenes en alta resolución, y cinco (5) vídeos, son números que hablarán por sí solos después de poner punto final a mis párrafos dedicados a los Festivales de la Orquídea. Por mucho que desee seguir cubriendo las incidencias en las próximas jornadas de esta celebración ecoturística-cultural, pienso que sería mentirles al sostener que continuaré desempeñando mi papel de periodista. Hay que tener en cuenta que en la región San Martín no pasa un mes sin que se festeje eventos de esta índole, así que, ahora, me atribuyo el compromiso de asistir a varios de ellos e informar sobre lo acaecido, a mi fiel estilo… Y, luego de desviarme ligeramente del hilo de los hechos, tomo de nuevo las riendas de la narración:
Apenas terminé de fotografiar y filmar las plantas expuestas a la redonda del tronco del primer árbol, me fui a hacerlo en el segundo, que crecía como a dos metros de distancia. Allí observé que colocaron tanto o más cantidad de orquídeas, bromelias y helechos. Y por si haya algún lector que conozca bastante de orquídeas y bromelias, le pido que me diga (mediante un comentario o e-mail) el nombre común y científico de las primeras (las amarillas aéreas con tallos y ramas delgados), la segunda (la de florecillas blancas moteadas y manchadas de rosado y morado), y la quinta (la de hojas verdes y brillantes con rojo en las puntas). El helecho de género Platycerium de la tercera imagen es una Pteridofita que se acostumbra a “crecerlos” en las ramas de los árboles (como mangos y anonas) de muchas huertas de los departamentos de San Martín, Loreto, Ucayali y Madre de Dios, del Perú. También suelen ser amarrados en amplios maceteros con rejillas en la base. Se han registrado diversas especies de Platycerium en Sudamérica, África, Asia, Nueva Guinea y Australia, y, obviamente, igual que las orquídeas son plantas epífitas… Noté en el segundo árbol más especies de una orquídea que en el primero, era la otra Cattleya más conocida, la radiante maxima. Tiene la misma forma que la rex, pero con un color distinto, morado claro. Según un autoanálisis, la última foto de esta entrada viene a ser la mejor de todas que capturé de unas Cattleyas maxima. Por supuesto, eso es hasta el momento, porque puede que en un futuro acabe sacando tomas de calidad superior.
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