23 mayo 2012

Publicado mayo 23, 2012 por con 0 comentarios

Laguna Ricuricocha (San Martín, Perú) + Video / ¡Vaya sorpresa que me di!



El miércoles 28 de Julio del 2010, minutos luego de almorzar, sólo con una botella llena de agua, un polo de repuesto y una cámara fotográfica en la mochila, partí de mi domicilio en Tarapoto hacia el Suroeste. Ya han sucedido casi dos años desde que decidí realizar aquella caminata en solitario (como de costumbre), y al fin tengo la oportunidad de contarla. Era el Día de la Independencia del Perú, mi patria, y normalmente durante esas fechas el gobierno declara “feriado largo”. Para la mañana y la tarde no tenía programado ninguna actividad o encuentro social, así que, sin meditarlo más, me puse en marcha bajo el ardiente sol de la 1 p.m. Había elegido a la laguna Ricuricocha como destino de ecoturismo. Desconocía aún su ubicación exacta, pero, con las referencias que pude recoger de la web, emprendí mi andar, muy seguro de que llegaría al depósito de agua… Recuerdo que estaba entusiasmado por arribar a Ricuricocha; desde que había visto un vídeo en YouTube sobre la laguna (cuyo link lo habilitaré al finalizar este post) supe que no estaría sereno hasta constatar el bello panorama que aprecié en las escenas fílmicas del reportaje de Reacciona TV, conducido por Lenin Quevedo.


Mi caminata se dio inicio a pasos suaves. Cuando llegué a espaldas de la terminal aérea de la ciudad, el aeropuerto Guillermo del Castillo Paredes, aceleré un poco. Con la nuca abrasada por el sol, recorrí más de kilómetro y medio, por una recta vía sin cementar de 7 m. de ancho. Al lado derecho, observé cada vez menos viviendas, mientras que al izquierdo, la pista de despegue y/o aterrizaje de aeronaves se extendía de Norte a Sur, a algo más de 50 m. de un cercado alzado a unos palmos del camino. Las piernas me dolían levemente, secuela de las horas en el gimnasio, que después de buen tiempo asistí. Tras doblar una curva, la ruta se hizo angosta y tortuosa, y más y más acabé alejándome del aeropuerto, hasta que lo perdí de vista, ya sea por la distancia o por la frondosidad de los árboles que, al poco rato, sin advertirlo de inmediato me fueron protegiendo de los rayos ultravioleta. Hasta llegar a las márgenes del río Cumbaza vi a dos o tres ramales a la diestra del sendero principal. Me quité las zapatillas y vadeé la mansa corriente de agua. A la orilla opuesta, el pueblo de Santa Rosa de Cumbaza, un pequeño caserío de apenas doce cuadras, me confirmó que tomaba el rumbo correcto. Hasta este punto, aproximadamente, ya anduve 5 km. De nuevo estuve en el camino a Ricuricocha por una salida al Oeste de la población. A partir de allí, la laguna se encuentra a 3 km y tantos. El trayecto cuenta con varias curvas, y jamás debes de desviarte a cualquier otro sendero que aparezca. Para ingresar a Ricuricocha se tiene que traspasar una tranca y seguir por un terreno rugoso hasta alcanzar sus bordes (6° 32' 7.57" S  76° 24' 5.05" W). De mi hogar a las coordenadas en paréntesis hay una distancia recorrida de 8.5 a 9 km… A cada una de las imágenes de esta entrada, sin excepción, es posible verlas en alta resolución, clicando sobre ellas. Mi visita a la laguna Ricuricocha solamente constará de una parte, pues dispongo de escaso número de fotografías y de información pobre que poco o nada me ayudan en la narración.


Fue necesaria una caminata de casi dos horas para que su fiel servidor se diera un respiro en las orillas de Ricuricocha. Sin embargo, ni bien mi mirada se clavó en la superficie de la laguna, me quedé estupefacto. “¡Qué mierd… es esto!”, exclamé. “¡Esto no puede ser Ricuricocha!”. Por desgracia, sí lo era. No tardé en despejar mis dudas. El estanque natural de agua ya no era el mismo que vi en InternetUna colonia de plantas flotantes cubría el cien por ciento de la laguna. Según he podido investigar, dichas plantas acuáticas son la famosa “mala hierba” denominada guama, un lirio de agua científicamente llamado Pistia stratiotes. Es además conocida como “lechuga de agua”, perteneciente a la familia Araceae, al orden Alismatales, y a la clase Liliopsida. Su hábito de crecimiento la convierte en una mala hierba en las cochas, lagunas y pantanos, presentando el potencial de diezmar su biodiversidadEn una superficie acuática despejada se da el intercambio de aire al agua, pero cuando la Pistia stratiotes la invade, forma una masa compacta que corta el paso del oxígeno del aire al agua; esta falta de oxigenación liquida a los peces y obstaculiza el desarrollo de otras plantas, que no son plagas.


Imagen
Desencantado, fotografié y filmé el aciago paisaje. Me sentí estafado. Burlado por la naturaleza. Y como si hasta el cielo protestara contra el penoso espectáculo que tenía debajo, éste se cubrió de nubes, ocultando al sol por completo. Incluso, las orillas de la laguna estaban lejos de ser cual me las imaginé. Con los pies descalzos, la desigual y áspera tierra de los cantos lastimaba mis plantas; también las conchas y caparazones hendidos, a veces, me daban una punzante sorpresa. La suave y tersa arena resultó un sueño truncado, y la idea de zambullirme como bala de cañón en las aguas se borró de sopetón de mi mente. Me quité el polo y entré al agua caminando lentamenteAferré de las hojas a una maldita planta acuática y jalé con fuerza. Regresé a la orilla. Fuera de la lagunapude ver a detalle las raíces del lirio, que terminé fotografiándolo. Lo tiré por allí y me metí otra vez a mojar las piernas. Volví a usar la cámara, ahora no sólo para sacar más tomas de Ricuricocha y sus perennes lechugas de agua, sino también para disparar el flash a mi rostro de perfil. Arriba de este párrafo pueden ver una de tales fotos, al pie de la misma, no me atreví a provocarles más terror inmediato, por lo que puse un botón que hace como si la escondiera; si tienes nervios de acero, creo que el susto no será grande.


Cuando estuve otra vez en tierra, me sequé y mudé de polo. Descansé sentado sobre una piedra y observé apesadumbrado a la lagunaRicuricocha no únicamente estaba muriendo por el ataque de las condenadas guamas, una terrible sequía también amenazaba con desaparecerla nuevamente. Leyeron bien; dije “nuevamente”: Hace unos años se secó en su totalidad y es poco tiempo que se llenó por segunda vez. Una precipitación pluvial hizo todo el trabajo. Se le calcula un promedio de 90 hectáreas, siendo de este modo una pequeña parte lo que visualizan en las imágenes… Últimamente, leí noticias sobre que las autoridades unirán esfuerzos para salvar y proteger el medio ambiente de la laguna Ricuricocha y sus alrededores, pero se espera que no se queden en sólo promesas y proyectos sin ejecutar. Ojalá la vida salvaje vuelva a proliferar: Los peces (como las tilapias y las gamitanas) y las aves (como las grullas, los patos y las águilas). Sería muy agradable practicar la pesca a bordo de una balsa o desde la orilla a la sombra de algún arbusto.


Triste, le dije “adiós” a Ricuricocha desde el camino por el que me fui. Ser testigo de los caprichos de la naturaleza mayormente no resulta una experiencia grata. Media hora estimo mi estadía en las orillas de la laguna. Pienso que ni poco ni mucho. Las nubes se corrieron con el viento de las 4 p.m., justo en el momento de empezar mi retorno. Resolví que a la mitad del camino detendría un motocarro, y así, como a cinco minutos de cruzar el río Cumbaza ya estuve sentado en un “trimóvil”

Y finalmente, un vídeo que he editado de la laguna. Ojo que es el último que subo a Dailymotion:




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