31 mayo 2018

Publicado mayo 31, 2018 por con 1 comentario

La Catarata el Velo de la Novia y sus Misterios (Turismo cerca de Pucallpa, Perú) - Parte 1

Érase un 23 de Junio del año 2014, Pucallpa se había convertido en mi nueva tierra, ya eran más de dos años que vivía en esta calurosa ciudad de la selva del Perú, con algunos barrios más acogedores que otros y con un cielo a veces vastamente azul o a veces totalmente recubierto de nubes, que a eso de las 11:00 a.m., me encaminé a un paradero de autos de la Avenida Centenario, a poco más o menos quince cuadras de la vetusta o mal cuidada vivienda, en la cual alquilaba una habitación igual o más de descuidada, más por parte de los arrendadores que por el arrendatario.
RUMBO A LA CATARATA-CASCADA VELO DE LA NOVIA (PUCALLPA, AGUAYTÍA, PADRE ABAD, UCAYALI)
A cuestas, llevaba mi mochila conteniendo ropa de repuesto, una bolsa de dormir y comida, y, sobre ésta, amarrada, una carpa de campamento para dos personas; sin embargo, aquel día decidí irme solo, quería escapar por un momento de la gente y buscar la soledad lejos de la TierraColorada, en un lugar que siempre he querido conocer desde que me instalé aquí, ya que es uno de los principales destinos turísticos de la región, me refiero pues, a la Catarata El Velo de la Novia, una caída de agua que esconde muchos misterios, que mejor dicho, la selva que lo envuelve, está atiborrada de leyendas y mitos; tal es el caso también de la Ducha del Diablo, una corriente vertical de agua muy cercana a la cascada.
EN AUTO RUMBO A LA CATARATA-CASCADA VELO DE LA NOVIA (PUCALLPA, AGUAYTÍA, PADRE ABAD, UCAYALI)
Estaba dispuesto a documentar todo cuanto observaba y escuchaba durante mi visita a dicho lugar, así que, para este menester, incluí una cámara fotográfica y un cuaderno de apuntes dentro de mi equipaje.
El viaje en auto sucedió sin incidentes. Empezó bajo un cielo nublado, y alrededor de una hora, arreció un fuerte sol, para finalmente volver a cubrirse de nubes una vez pasamos Aguaytía, la segunda ciudad más importante de la región Ucayali, luego de Pucallpa. Tres horas y cinco minutos transcurrieron hasta que el auto se detuvo en un paradero de Aguaytía, en seguida, tras despedirme del conductor, abordé un vehículo similar que me llevaría hasta la entrada del Velo de la Novia. Ya eran las 4:10 p.m. y el auto todavía no partía, pues tenía que completar el número mínimo de pasajeros (4). La tarde se tornó aún más nubosa, amenazando tormenta, hecho que no deseaba en absoluto. 4:36 p.m. el motor recién se puso en marcha. Las personas que me acompañaban no compartían mi destino, ellas se dirigían hasta Tingo María, ciudad a muchos kilómetros más allá de donde el chofer se detendría sólo para dejar a este humilde aventurero, al que apenas le exigieron S/ 5.00 por el pasaje en un tramo que duró menos de media hora.
PUENTE DE AGUAYTÍA, PADRE ABAD, UCAYALI


Ya no sentía. La temperatura era inferior a los 25 °C. Se desató una tímida llovizna, ni bien me bajé del station wagon. Una vez que éste se alejó siguiendo su ruta, tras doblar una curva, caí en cuenta que era el único ser humano en dicha zona. Al fin había llegado: al Boquerón del Padre Abad. De hecho, no era la primera vez que lo veía. El 14 de Setiembre del 2012, durante mi trayecto de Tingo María hacia Pucallpa, fui testigo de esta formación geográfica, un cañón de 3 kilómetros de largo, donde el río Yuracyacu cambia de nombre a río Aguaytía.
BOQUERON DE PADRE ABAD, UCAYALI - PERÚ
Bajo la roca habían excavado un túnel de 300 metros para continuar la carretera. El auto lo atravesó segundos antes de dejarme en el boquerón, justo frente a la Ducha del Diablo. El río yacía de diez a quince metros bajo el nivel de la carretera. Una baranda cercaba todo el borde del acantilado. Casi al instante me percaté que un sendero de acceso completamente adoquinado se extendía por el lado izquierdo. Me quedé un rato observando, mientras fotografiaba y daba trámite a un puñado de frutas deshidratadas que extraje de mi mochila. Me di mi tiempo, aún restaban muchos minutos de luz. En este post, me ahorré de publicar fotos exactas de este accidente geográfico; el asunto es que traté por un cuarto de hora de encontrar la roca en forma de cara de diablo. No tuve éxito. Es muy posible que la erosión haya sido la responsable de esto o, quizás, hacía falta el guía turístico adecuado para darme las pautas necesarias.
TÚNEL EN EL BOQUERON DE PADRE ABAD, UCAYALI - PERÚ
Antes de seguir mi camino, me tomé algunas fotos en modo automático, ya que, hasta el momento, no me cruzaba con ninguna otra alma. La garúa se hizo más menuda, casi imperceptible. Mientras andaba por la calzada empedrada, y luego de haber cruzado un puente de madera sobre el río Aguaytía, percibí una especie de energía que se posó lentamente en mi frente. ¡Me traspasó en diagonal desde arriba! A esas horas, la temperatura tal vez bordeaba los 20 °C, pero, a pesar de eso, un hilo de aire cálido penetró por entre mis ojos y salió por medio de mi espina dorsal. A esa sensación le siguió un escalofrío. “¿Qué fue eso?” No lo sabía. De modo que, en tanto apreté más el paso, no le tomé importancia y me concentré en dar un barrido visual de la naturaleza: a la izquierda, las celestes aguas del río corrían a través de las mohosas rocas, más allá, la solitaria carretera dejó de serla por unos segundos mientras un camión pasó a gran velocidad; a la izquierda, todo era rocas y vegetación, todo era humedad. El sonido de algunos insectos nocturnos y el croar de algunas ranas se hicieron escuchar. La noche hacía apertura de su melodía.
DUCHA DEL DIABLO, BOQUERON DE PADRE ABAD, UCAYALI - PERÚ
Luego de estar cerca de una hora sin encontrarme con personas, cosa que no quería, aunque por ahora inevitable, una pareja de ancianos venía en sentido contrario por el adoquinado. Fue ahí cuando llegó a mis oídos el ruido de la cascada. “Buenas tardes”, saludé. Fui respondido con un movimiento de manos y cabeza, tanto por el varón como por la mujer. “Está oscureciendo, joven”, dijo de pronto el hombre, usando un torpe español. “Creo que ya no dejan ingresar”, puntualizó. “Solo estaré un ratito”, mentí. Pues el plan era quedarse en la zona sin importar lo que los cuidadores dijeran. No en vano tenía la carpa en mis espaldas. “¡Hey!”, gritó la mujer cuando ya estuvieron tras de mí. Volteé. “¡Ahí no se queda!”, arguyó. Mi equipo dejaba a la vista mis intenciones, y era de esperarse una reacción de esas. “¡Regreso al toque!”, volví a mentir, mirándolos por sobre el hombro.
DUCHA DEL DIABLO, RÍO AGUAYTÍA, BOQUERON DE PADRE ABAD, UCAYALI - PERÚ
Escuché voces. No eran muchas, pero lamentablemente eran voces, y, por supuesto, no quería a nadie cerca, y menos aún a niños revoltosos que podrían estropear mi cometido. Pero me refugié en la satisfactoria idea de que no tardarían en volver a casa, salvo que a alguien también se le ocurriera acampar, tal y como yo, a costa de las prohibiciones de los encargados. ¡Y vaya sorpresa con la que me topé! Antes que siquiera una persona me lo indicara, lo hizo un letrero, que jodidamente rezaba: “…Horario de visitas… hasta las 6:30 p.m.”
EN LA DUCHA DEL DIABLO, BOQUERON DE PADRE ABAD, UCAYALI - PERÚ
Como es costumbre, sentido común, lo más obvio de hacer en estos casos, siempre fotografío y filmo mi llegada a los destinos que elijo. La Catarata El Velo de la Novia se presentó ante mis ojos y ante la lente de mi cámara en modo “REC”. Solamente había grabado por diez segundos cuando el visor del artilugio parpadeó sin previo aviso, obligándome a parar en medio camino. Manipulé el dispositivo para averiguar cuál era el problema. Repentinamente, a lo alto, un estrépito sonó entre los árboles. Alcé la cabeza y a tiempo pude ver que, justo en ese momento, una rama del grosor de una anaconda, caía de forma irregular rompiendo a otras ramas más pequeñas. No pasaron ni tres segundos y el trozo de árbol impactó seca y violentamente contra la calzada a solo dos zancadas de mí. Pegué un brinco hacia tras con el corazón en la boca. Algunas astillas llovieron encima mío. Al parecer, nadie más reparó en este incidente. Aquella rama por poco me partía la cabeza. Con la respiración entrecortada, meditando aún lo sucedido, me asomé al punto de impacto y comprobé que, en efecto, la rama pesaba bastante. Como lo supuse. Unos diez kilos tal vez. Cuando me preparé para moverla a un lado del sendero, vi que mi cámara estaba de nuevo en funcionamiento. Por el susto, no supe cuando se volvió a activar. Tuve que apagarla y guardarla hasta que me dedicara a mover la rama. Después, una vez desenmarañado de las astillas que me cubrían de la cabeza a los pies, encendí el artefacto en pos de verificar la última grabación. ¡No podía creer lo que veía! O, mejor dicho, lo que no veía. El vídeo que supuestamente grababa durante mi llegada al Velo de la Novia y el que continuó después del encendido, sin rastro. Rebusqué hasta el cansancio sin éxito alguno.
PUENTE RUMBO A LA CATARATA-CASCADA VELO DE LA NOVIA (PUCALLPA, AGUAYTÍA, PADRE ABAD, UCAYALI)
Algo estaba ocurriendo aquí. Esto no era normal. Imposible negarlo. Definitivamente, una fuerza sobrenatural se cernía a mi alrededor. No obstante, ya no era miedo lo que sentía. Para nada. Un sentimiento de emoción se apoderó de este aventurero. Optimismo y confianza. Y como para darme la razón, el cielo se abrió por unos instantes en el horizonte para dar paso a los últimos rayos de sol del día. Lo ignoraba en ese preciso momento. No sabía que estaría por experimentar uno de los atardeceres más largos de mi vida. Y digo más largos, no porque el astro rey tardaría en ocultarse, sino porque los acontecimientos que estaban por liberarse, serían igual o más de perturbadores para el mortal promedio. Y muy bien, algunos saben que soy de los pocos que aguantan las emociones fuertes.
CAMINO RUMBO A LA CATARATA-CASCADA VELO DE LA NOVIA (PUCALLPA, AGUAYTÍA, PADRE ABAD, UCAYALI)
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Notas:
Los hechos narrados a continuación (en los dos posts siguientes) están a criterio del lector. Ninguno está sometido a creer ni tampoco busco que me crean. Alimentémonos de la duda, que eso nos hacer ser más sabios.
Los datos geográficos e históricos serán explícitamente descritos.
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