24 agosto 2011

Publicado agosto 24, 2011 por con 0 comentarios

Tirando dedo hasta la naciente del río Tioyacu (Rioja, Perú)- Parte XV


Espero perdonen la demora... El centro turístico naciente del río Tioyacu sería explorado de pies a cabeza. No limitaría mi tiempo durante el recorrido de los ambientes. Mi visita acabaría en el momento que creyese conveniente. Quise contar con material más que suficiente para publicar en Internet. Ni la sed ni el hambre serían impedimento para llevarles a las pantallas de sus monitores las fotos de este encantador recreo ecoturístico. En el interior de mi mochila —mayormente— había líquido, y no alimentos sólidos. Recuerdo que una pequeña y pálida manzana era lo único que tenía para comer; y por lo que alcanzo a hacer memoria, había cogido la fruta de un cesto del comedor del hotel, junto con un plátano y una mandarina. Tanto a la banana como al cítrico, los había devorado antes de mi partida al espectacular complejo naturalTenía poca agua, pero sí regular bebida gaseosa, dos botellas descartables de sodas de marcas muy populares. Después de fotografiar con zoom la traslúcida corriente del Tioyacudisfruté uno o dos traguitos de la de color amarillo y esperé a que unos niños se retiraran del agua para poder realizar una toma de la naciente, libre de la presencia humana. “Buen momento para beber una Inca Kola”, dije tal vez. Y es que como buen peruano, elegí la hora clave para saborear la gaseosa representativa de mi (nuestra) patria, repito, la Inca Kola. Casi como cantar el himno nacional mientras el sol brilla en mitad del cielo. Sólo hubiese faltado un ceviche como plato principal. Claro, éstas son costumbres que solamente la gente de Perú sabe vivirlas. Lástima que durante el inicio de esa tarde no hice el “ritual” completo. 

Acuérdense que poseía dinero para la “bolsa de viaje”. Sin embargo, los S/. 2.80 eran escaso efectivo para facilitarme de un “plato bandera”Si en Tioyacu vendían ceviche, éste costaría como S/. 10.00, mínimo. Con la plata que tenía, apenas quizás me daría para comprar otras frutas, pero debía de guardarla en caso de una emergencia. Nunca se sabe, hasta que los apuros aparecen. Como advierte el dicho: “Guardar pan para mayo”. Pero en este caso, no llevaba ni una miga para aunque sea darle un pellizco de vez en cuando. “…A comer manzana”, me dije a media sonrisa, acordándome de lo que tenía para consumir; y mordisqueé mi única fruta hasta la mitad. El resto lo reservé para más tarde, cuando el hambre taladrara mis tripas. Y para ser una persona de “buen diente”, estaba siendo irremediablemente estoico
Luego de preparar de nuevo la cámara, lo único por lo que brillaban los rayos solares, eran por su ausencia. La capa nubosa fue descendiendo. En cualquier minuto caería la lluvia, muy común en esta parte del Alto Mayo, incluso en época de verano. Y no por eso, mi oficio de fotógrafo y “filmador” se vería evitado. Nada más —los visitantes y lectores más fieles— hagan repaso mental a los posts de Visita Turística a los Baños Sulfurosos de Oromina. El día de esa salida turística, pese a la persistente y tupida llovizna, llegué a sacarle provecho a la cámara que porté, una prestada a otra persona. En Tioyacu haría lo mismo. Y, no viene a ser por menospreciar a las Aguas Sulfurosas de Oromina en Moyobambaen la Naciente del Río Tioyacu me esforzaría más en la serie de tomas fotográficas y fílmicas. En definitiva, lo que menos deseaba capturar con el artefacto digital eran a los bañistas o al gentío de los alrededores. Ese problema no lo he tenido en OrominaLa segunda y séptima (penúltima) imagen de esta parte de mi narración, muestran una de las pocas fotos que capté de la multitud. Estas dos y otras más las tomé con el fin de revelar que en el centro de esparcimiento del río Tioyacu hay bastante afluencia del público en general, sea el día que fuera, ya sea laborable, fines de semana o feriados… Ese martes, casi comienzo de semana, por la mayoría de cada ambiente recreacional, hasta donde daba mi vista, habían visitantes y/o turistas, de modo que tendría que ser ágil y paciente al instante de querer dar mis disparos con la cámara. Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo. 


…Me quedé unos minutos más en el puente de maderaFotografié un letrero sujeto en las vigas del techo, y como pueden leerlo en la imagen, allí fue escrita (pintada) otra cita bíblica, una de un libro del Antiguo Testamento, Colosenses 1:16“Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los Cielos y las que hay en la Tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él”… Y así, por todo el complejo iría topándome con estos carteles religiosos, evidenciando claramente que en Nueva Jerusalén, el pueblo cerca al río Tioyacu, los pobladores eran devotos cristianos, creyentes de Jehová, dato que especifiqué en la Parte X de este gran relato mochilero… De la misma manera que subí las escaleras del puente, también las bajé: filmando. Previo al descenso, saqué una foto de las gradas. Abajo, ya fuera del puente entechado, seguí grabando mi entorno, con la gente en fondo y en medio de los cuadros, haciendo todo tipo de actividades. Sin siquiera imaginarme, delgadas líneas de luz solar se filtraron por las aberturas de algunas nubes e iluminaron un poco el recreoNo por eso la obligada precipitación pluvial del día se estaba acobardando. Al contrario, caería en cualquier segundo. Ya no la esperas, sólo la sientes; acabarás mojado mientras menos lo esperes. Y así como se viene, así se va: de una forma tan repentina como el romper de un cascarón o el marchitar de una rosa. Pues todo es respuesta al ciclo natural de los fenómenos atmosféricos templados y tropicales de un “trozo” de la Amazonía peruana, que muchos y —paradójicamente— pocos lo conocen. Me refiero —¡a quién más!— al valle del Alto Mayo y sus zonas boscosas adyacentes, siendo las riberas del Tioyacu uno de los tantos lugares colmados de belleza edénicabelleza además que no es sólo un placer para los ojos, sino para la totalidad de los sentidos y el alma misma, un placer regocijante si en verdad lo percibes con sabiduría… Y hasta aquí la poesía.


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