Ahora
el género de Drama está arrasando en
la plataforma Netflix, quienes
últimamente están apostando por el cine extranjero, dando oportunidad de
brillar a producciones del continente asiático y europeo, muchas de ellas
independientes.
¿Quién
no ha visto ya la afamada película
“Milagro en la Celda 7”? Pues, yo la vi recién hace un día a recomendación
de varias personas. Este film turco,
a pesar de no ser original de Netflix, ha tocado el corazón de hasta los
cinéfilos más reacios al llanto. Pocos saben, en cambio, que la versión
original es coreana y que la versión turca es el tercer remake, rodándose antes en la India y en Filipinas.
Advertencia:
ALERTA DE SPOILERS.
Si
quieres leer de frente el resumen y lo demás, sáltate los siguientes cinco
párrafos, en los cuales, cuatro están condimentados con nombres impronunciables
en el español.
La
versión original de Milagro en la
Celda 7 es la película coreana interpretada por Ryu Seung-ryong,
Kal So-won y la popular actriz Park Shin-hye. Cuenta con una trama parecida a
la presentada en Netflix. Con su título en el mercado internacional, “A Gift
From Room 7”, alcanzó a ser la preferida en Corea, Japón y China durante su época
de estreno.
“A
Gift From Room 7” acogió un aire de comicidad, pero envuelto de escenas
dramáticas, que manaban en el público un surtido de emociones, siendo capaz de
recaudar en el año de su estreno (2013) la suma de 4.6 millones de wones (o 30
millones de dólares).
En
el 2017 sale a luz su primer remake en
la India, titulándose “Pushpaka Vimana”. Luego en el 2019, Filipinas continuó
con esta tendencia, estrenando su largometraje bajo el protagonismo de actores
como Aga Muhlach, Bela Padilla y Xia Vigor.
Y
en setiembre del año pasado llega a las salas de cine turcas “7 Kogustaki Mucize”, título
original de la película que vemos en Netflix, “Milagro en la Celda n° 7” o como
para simplificarla “Milagro en la Celda 7”, con el actor Aras Bulut Iynemli que
encarna a Mehmet y la pequeña actriz Deniz Baysal en su papel de Ova.
Por
si todas estas versiones no fueran pocas, para este 2020 Indonesia también se
une al batallón de remakes para sacar
su propia versión. ¡Vaya, vaya! No me sorprendería que pronto China saque una
más, titulada: “COVID-19 en la camilla 7”.
RESUMEN
Una
mujer vestida de novia escucha en las noticias sobre la abolición de la pena de
muerte en Turquía. De un cajón saca una cajita metálica vacía con el interior manchado
de hollín. Era el año 2004.
La
trama retrocede en el tiempo poco más de dos décadas en un pueblo en medio del
conflicto turco-kurdo. Ova es una niña de seis años que va a clases en su
escuela. Su padre, Mehmet Koyuncu, apodado Memo, es un hombre que padece de
retraso mental. Tiene la mente de un niño. La madre había fallecido, pero la
abuela ayudaba en la crianza de la infanta.
Debido
a la discapacidad de Memo, Ova era acosada en la escuela por sus compañeros. La
niña se acogía en su abuela cuando buscaba respuestas a preguntas que su padre
no podía contestar. Pudo hacerle entender que el amor paterno jamás le faltará
y que el hombre que la engendró era una persona muy especial.
“Estrellita,
¿dónde estás?”, era la frase que unía a padre e hija. El corazón de Memo sólo
latía para Ova.
Un
día mientras Memo regresaba de la escuela a Ova, la niña vio una mochila con el
dibujo de Heidi en una tienda, pero
esa vez el dinero no alcanzaba para comprarlo, de manera que el hombre prometió
a su hija que vendería manzanas acarameladas en el desfile para completar el
precio. Conseguido ya el dinero, volvieron a la tienda y se dieron con la
sorpresa de que otra niña, compañera de Ova, tenía la mochila colgada a los
hombros en tanto su padre, un comandante del ejército, pagaba en caja. Esto
puso a Ova muy triste pese a que el vendedor les jura que conseguiría otra
mochila igual. Memo, sin embargo, abatido por el estado de su nena, quiso
adueñarse de la mochila de la hija del militar, quien no esperó en responder
agresivamente dejando a nuestro protagonista tirado en el piso.
La
abuela era de mucha ayuda en casa manteniendo el equilibrio emocional entre Memo
y Ova. A ambos les gustaba ver a las aves volar.
La
limitación de Memo no era impedimento para dedicarse al pastoreo de ovejas.
Cierto día, durante un rutinario dirigir de su rebaño, ve a la hija del militar
con la mochila puesta jugando con otros niños. De pronto todos se habían
retirado y sólo quedaron Memo y la niña. Esta última había tenido un plan de
jugar con el popular “loco”. Tuvo la “genial” idea de instarle a perseguirla. Memo
cayó en la broma y fue allí donde ocurrió la desgracia. La niña dio un paso en
falso y se resbaló hacia el agua impactándose antes la cabeza en una roca. Memo
saltó al rescate pero ya era demasiado tarde. El padre de la niña con el resto
de su familia y sus soldados aparecieron justo cuando Memo llegaba a la playa
con su hija, ya muerta en brazos del pobre pastor.
La
prisión fue la siguiente parada para Mehmet Koyuncu. Su retraso y condición
humilde obstaculizó su defensa. Ova quedó con el alma destrozada cuando vio que
llevaban a su padre al encierro. La abuela poco o nada podía hacer para
consolarla. Prometió que la cuidaría hasta que sea mayor, le prometió que
seguiría viva por ella.
Ningún
hombre que es acusado de matar a una niña es bien visto en la cárcel, ni por
los guardias ni por los presos. Memo empezó involuntariamente a coleccionar
moretones, contusiones, fracturas óseas y heridas con armas blancas, eso sin
mencionar las humillaciones a la que era sometido por su discapacidad. Había
sido un milagro que siguiera vivo.
Los
compañeros de celda de Memo lo conformaban hombres de diferentes edades
acusados de crímenes de toda índole. Su líder, Askorozlu, incitaba el maltrato hacia nuestro protagonista,
pero dicho odio no duró por mucho hasta que se enteraron de que podrían haber
metido preso a un inocente; tampoco su forma de actuar no se asomaba en nada a
un asesino, porque ningún psicópata juega con las palomas o escribe cartas a su
hija (sí, Memo sabía escribir). Lamentablemente ninguna de estas cartas llegó a
manos de Ova. Los guardias de prisión eliminaban los manuscritos.
El
militar, padre de la niña muerta, seguía atormentando a Memo, moviendo los
hilos desde su despacho. Su oscuro propósito era que el pobre pastor sea
sentenciado a la horca. Quería que la condena se haga pública.
La
abuela lleva a Ova a prisión para visitar a su padre. Su objetivo es truncado
cuando no las dejan ingresar. La niña rompe en gritos llamando: “¡Palomita,
palomita!”. Memo lo escucha desde el muro del patio y ambos se acercan a los
lados opuestos guiados por sus voces. Están un rato así hasta que los guardias
los alejan. Ova y su abuela vuelven sin haber visto a Memo. Conmovida por esta
penuria familiar, la maestra de Ova le promete ayudarlos con conseguir un
abogado para defender los derechos del injustamente encerrado.
Askorozlu
pasó de detestar a Memo a quererlo casi inmediatamente, porque gracias a él se
salva de ser apuñalado por otro reo. Desde ese momento todos los compañeros de
celda de Memo lo empiezan a proteger. Incluso el alcaide se pone de su parte
pues sospechaba de su inocencia por lo noble de sus actitudes.
Fue
así que Askorozlu devuelve el favor a Memo metiendo a su hija a escondidas a la
cárcel. Ova desbordó de alegría al ver a su padre de nuevo. Abrazos, besos y chillidos
de felicidad se convirtieron en la escena principal de la celda 7. Ova conoció
a cada uno de los compañeros de Memo, que se les ocurrió decirle que aún no
podían volver con la excusa de que estaban enfermos. Entre los presos había un
anciano que captura la atención de la niña cuando ésta le dice sin querer algo
revelador. Y justo cuando Ova iba ser regresada a escondidas cuenta al grupo
que descubrió a un testigo de la muerte de la hija del militar, hecho que Memo no
pudo hacerse entender y menos aún creer. Mientras tanto en casa la abuela sufre
un paro cardíaco y fallece. Desde ese día la maestra se hace cargo de Ova.
Se
abre una investigación para encontrar al testigo del incidente. Como era un
desertor del ejército se mantenía oculto y no fue fácil ubicarlo.
Amparado
por algunas leyes, Ova y Memo vuelven a estar juntos. Esta vez a la vista del
alcaide. En medio del cálido abrazo de su hija, Memo se percata de que ya
habían colocado la horca en el patio. Teme lo peor y llora ante la impotencia
de dejar sola a su retoño. En casa, a la compañía de su maestra, Ova se hunde
en la más absoluta depresión. Su padre estaba condenado a la pena de muerte, y había
tomado consciencia de eso.
Antes
de que el testigo pueda dar sus declaraciones, éste es asesinado por el comandante.
Con esto, Memo prácticamente estaba con un pie en la tumba.
El
día, mejor dicho la noche, del juicio final llegó sin darle tiempo siquiera de
respirar. Esperaron al comandante para que presenciara la muerte, pero como
jamás llegó tuvieron que proceder. Un par de piernas colgaron alrededor de un
metro del suelo. El hombre murió ahorcado.
Al
día siguiente, el alcaide y sus guardias aparecen en la casa de Ova. El aire
cobra cierta tensión. Ova se lleva la sorpresa de su vida al ver que su padre
salía de la puerta trasera del auto sonriéndole de oreja a oreja. Una encuentro
enternecedor.
Enseguida
nos enteramos que el hombre de la horca no resultó ser Memo, sino el anciano a
quien Ova le dice algo revelador en la celda 7. El hombre se había ofrecido en
lugar del inocente Memo, porque confió que así purgaría el gran pecado por el cual
acabó en prisión, algo oculto hasta ahora, pues había matado a su hija y la
enterró a la sombra de un árbol. Antes de que lo llevaran a la horca encargó al
alcaide que entregue a Ova su objeto más preciado: la cajita metálica que se
muestra al inicio.
La
vida de Memo seguía corriendo peligro si lo descubrían, por lo que el alcaide dispuso
su escape en un bote junto con Ova. La película acaba cuando la mujer vestida
de novia, que ahora deducimos que se trata de Ova, solloza viendo la cajita
metálica.
CRÍTICA
Milagro
en la Celda 7 tiene tantos puntos buenos como malos. Es fácil hacer llorar a
los espectadores cuando se atiborra de drama a una producción de cine. No obstante,
el remake del director Mehmet Ada
Öztekin cuenta con más elementos de telenovela que de película. Pienso que se
ha valido mucho de esta creciente industria, explotada hasta la médula en
Turquía y que ha traspasado fronteras llegando incluso a coger popularidad en
Latinoamérica, tal y como fueron las producciones brasileras en los noventa.
Esta
película dista mucho de ser original. Si ha tenido éxito es por la minuciosa
publicidad que se le dio desde que salió el primer teaser y los virales trailers
que lo siguieron. Valoro —eso sí— la movida estratégica de piezas para acaparar
el mayor número de público potencial antes de su estreno en Occidente,
rematando con un jaque mate al colocarse en la plataforma Netflix en tiempos
donde acudir a las salas de cine es literalmente un suicidio.
Con
respecto a las actuaciones, son tan pobres como mi bolsillo en esta cuarentena.
En un intento por imitar a “Yo soy Sam” de 2001 y “Milagros Desesperados” de
1999, los personajes de Milagro en la Celda 7 no convencen en el desarrollo de
la trama, les hace falta esa chispa que hasta un amateur en la “Rosa de
Guadalupe” la posee cuando se cuida de no pasar la frontera de lo mesurado a lo
exagerado. Deniz Baysal, la actriz que interpreta a Ova, es la única que a
duras penas logró penetrar en el corazón de los más duros. Se merece mis
aplausos esta nueva promesa de la actuación, con un poco más de empeño puede
inclusive estar a la altura de Dakota Fanning en su niñez, el único momento
donde brilló. Fanning sí que logró que mi nariz se pareciera a una cascada y
mis ojos se volvieran del color del interior de la sandía más madura. No
menosprecio el trabajo de Aras Bulut, actor que encarna de Memo, pero sería
tonto desdeñar si alguna vez Sean Penn se ofrece a impartirle una clase. Y que
puedo rescatar del resto del reparto. Bueno, tal vez, un “pudieron hacerlo
mejor, chicos”. El actor que hace el papel del militar, padre de la niña
muerta, no ha conseguido que su personaje me sea tan odiado como el coronel
Hans Landa de “Bastardos sin Gloria” o el Sargento Hartman de “Full Metal
Jacket”. Tampoco los que interpretan a los compañeros de celda de Memo se han
desenvuelto bajo una fórmula creíble. Askorozlu más se parece al tío ese que
hace de jefe en la película ochentera de “Cuidado Bebé Suelto”, ese que es
víctima de los accidentes más brutales durante la construcción de un
rascacielos. Tiene más cara de histrión que de villano arrepentido. El alcaide
y los guardias sólo hacen de complemento en el desarrollo de la historia. Por
último debo nombrar a la actriz Deniz Baysal, en su rol de maestra de Ova, y a
la actriz que hace las veces de la abuela. La primera supo aprovechar las pocas
escenas para dar una actuación más o menos creíble. Y la segunda me hizo
recordar a la clásica abuela chocha que todo el mundo ama.
El
guion de Milagro en la Celda 7 se rodea de ese vaho cliché de este tipo de
producciones. Demasiado predecible. Muy ligero de entender y sencillo de discernir.
Lo que sí voy a profesar fiel devoción a este filme es a su magnífica
fotografía. Los cuadros, los enfoques, los giros de cámara son exquisitos para
el ojo crítico. Este detalle suma muchos puntos a Milagro en la Celda 7, ya que
sino mi calificación hubiera sido más baja. Pero diga lo que diga, esta
película seguirá siendo sobrevalorada.
MENSAJE
La
película entera está subtitulada lo que hace que se le tomé más atención al guion.
Son
dos las problemáticas que traen sendos mensajes en Milagro en la Celda 7: La
discriminación a las personas con discapacidad y la condena por pena de muerte.
Cuando
llegue el día en que veamos a todos los seres humanos con los mismos ojos, ese
será el día en que la Humanidad se haga merecedora de tal nombre. Hace poco, a
través de mi novia, pude conocer a un señor de cuarenta años que sufre de retraso
mental; su mente es la de un niño de diez años. Invitamos a él y a su madre a
pasar la fiesta de Fin de Año con mi familia, vimos un par de películas con él
en su casa, jugamos juntos con su perro y hasta hicimos planes de salir al
cine, pero eso será hasta que acabe la cuarentena. Ahora, ¿acaso alguien me dirá
que él podría ser mejor amigo que muchos de los que tuve antes?
“Aquel de ustedes que esté libre de pecado,
que tire la primera piedra”, Juan 8: 7. Todos somos mentirosos, ladrones,
asesinos. De alguna manera lo somos. Mientes todos los días, robas de vez en
cuando las ideas de otros y casi siempre matas a un ser vivo o te matas a ti
mismo consumiendo toda clase de mierdas. “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu
hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”, Mateo 7:3. ¿Un político o un
militar que crea una ley para la Pena de Muerte no han cometido más crímenes
que el condenado? Si se les haría juicio, de hecho que serían colgados o
electrocutados. El hombre que sigue teniendo alma de niño es el hombre libre.
Las
palabras de la abuela de Ova al final de la película, dan en el clavo:
“Te diré
dos cosas, Ova. La primera es sobre la verdad. ¿Viste a los pájaros a los que
persigue tu padre? No vuelan hacia el cielo. Vienen en verano y se van en
invierno. La segunda es sobre tu padre, Ova. Digan lo que digan, ordenen lo que
ordenen, sea cual sea el castigo que le den. Recuerda eso. Tu padre es un buen
hombre”.
¿Qué
opinan, ustedes?
Y
mi calificación para “Milagro en la Celda 7” es:
3
ESTRELLAS DE 5
0 huellas:
Publicar un comentario
Deja tu huella y sabré que alguien pasó por aquí...
No se publicarán comentarios fuera de la temática del blog, ni mensajes que sólo tengan como interés hacer publicidad, o que contengan agresiones o insultos de cualquier tipo.
Además, no es necesario que escribas el mismo comentario; éste será aceptado o rechazado una vez sea revisado: